26 de septiembre, Día internacional para la eliminación total de las armas nucleares

24.09.2021

"Las armas de destrucción masiva - biológicos, químicos, nucleares - representan una amenaza particularmente grave; quienes las poseen tienen una enorme responsabilidad delante de Dios y de la humanidad entera" ( cf. Gaudium et Spes, 80 // también se puede consultar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia , nrs. 508-511).

El papa Francisco, en numerosas ocasiones, ha defendido que es hora de la abolición de las armas nucleares, porque la estrategia de la disuasión nuclear carece de una base moral. También, es de sobra sabido que el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, aprobado en la ONU el 7 de julio de 2017, es un acuerdo internacional jurídicamente vinculante para quienes lo han ratificado y entrado en vigor el 22 de enero de este año 2021 por ser ratificado por más de 50 países. Un tratado histórico que complementa al de No proliferación de las armas nucleares y otros acuerdos que establecen zonas libres de armas de destrucción masiva.

En el Congreso celebrado en el Vaticano: "Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para el desarme integral" (Roma, 10-11 de Noviembre de 2017) personas muy distinguidas en el campo de la ciencia, de la política y de la diplomacia, representantes de las grandes religiones, organizaciones eclesiales como Justicia y Paz, de la Sociedad Civil como ICAN, premio Nobel de la Paz, y además, con la presencia y aportaciones de otros 11 premios Nobel de la Paz, altos cargos de la OTAN y con el testimonio emotivo de supervivientes de la bomba atómica de Hiroshima, el Papa subrayó que las armas nucleares no solamente son inmorales, sino también un medio ilegal para la guerra, afirmando asimismo, lo que significa un paso más, que la mera posesión de estas armas es inmoral.

El equilibrio de poder (el famoso "balance of power") ha cambiado drásticamente a lo largo de los últimos 30-40 años sin evolucionar hacia un nuevo orden mundial, entre otras cosas, porque la ética está subordinada a los intereses nacionales. El 80 % de la población vive en situaciones de pobreza y hambre sin que se les respeten los derechos más básicos. Un hecho positivo, en este panorama tan triste, es que el 3 de febrero de 2021 los EEUU y Rusia alcanzaron un acuerdo para renovar cinco años más el tratado nuclear New Start, que limita el número de armas estratégicas contribuyendo a la seguridad internacional y europea. Otros signos de esperanza son: el premio Nobel para ICAN en 2017. Como el Papa apuntaba, en la Conferencia de Noviembre 2017 en Roma: el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares de julio 2017 significa "un realismo sano que arroja una luz de esperanza en nuestro mundo revoltoso".

Pero, a nivel mundial, la situación sigue muy incierta e inestable por la presencia de otros actores en posesión de la bomba atómica, no dispuestos a firmar acuerdos, y por el invento de un nuevo tipo de misiles con cabeza nuclear de media y corta distancia que podrían "servir" en un escenario de una guerra nuclear a escala reducida. Así se está abriendo una nueva carrera de armamentos con la idea ilusoria y trágica de "ganar" algo con esta competición insana. Se sabe que el sistema de disuasión no funciona y comporta una gran inestabilidad.

La conciencia de ser una única humanidad y saber que "todo está conectado" debe conducirnos a vivir una responsabilidad colectiva.

Hay que insistir en la importancia del diálogo en la política internacional y hacer todo lo posible para mejorar el clima invernal (¿una nueva guerra fría?) del momento. La ONU debe ser la arena política y el marco legal para llegar a un consenso por el que grandes potencias nucleares puedan mostrar su sensatez y grandeza, dejando de lado los intereses nacionales y apostando por una paz duradera, una verdadera seguridad y por el bienestar del planeta.

La conciencia de ser una única humanidad y saber que "todo está conectado" debe conducirnos a vivir una responsabilidad colectiva. También en la Iglesia, misterio de comunión. Hay que promover una cultura del encuentro, de la fraternidad (Cf. Enc. Fratelli Tutti del papa Francisco) para contribuir a una nueva resistencia frente a un escenario de una guerra atómica. Se sigue renovando e investigando en perfeccionar estas armas, para destruir la tierra 20.000 veces en vez de una vez. Qué decir de todo el dinero invertido para "alimentar el monstruo" y con el que se podrían construir hospitales, escuelas, investigar en ciencia y luchar contra la contaminación... mejor no pensarlo dicen mucha gente, pero es moralmente obligatorio pensarlo, Doomsday" (Día del Juicio Final) puede ocurrir a la vuelta de la esquina (cf. por ejemplo la película "Dr. Strangelove" de Stanley Kubrick).

Supervivientes de la bomba atómica ( "hibakushas") como Setsuko Thurlow, nacida Setsuko Nakamura, ha dedicado toda su vida a ser activista para avisarnos de las consecuencias de una sola bomba atómica , urgiendo a todo el mundo a evitar un segundo Hiroshima . Además de los muertos directos muchas personas mueren por efectos de la radiación y se producen deformaciones genéticas que perduran hasta 200 años. Un crimen increíble y un pecado mortal de tal envergadura que el rostro del diablo mismo palidecería viendo el panorama devastador. Este año ha entrado en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares en enero de 2021. En honor de esta hibakusha, activista tan valiente en la lucha en contra de las armas nucleares a lo largo de toda su vida, se plantará "La Rosa de Setsuko Thurlow" en una rosaleda famosa de Madrid en el Día Internacional de la Eliminación de las Armas Nucleares, el 26 de septiembre 2021.

Este pecado, mil veces mortal, de la bomba atómica no entra en la conciencia de la persona concreta. Son "estructuras del pecado" (cf. San Juan Pablo II, SRS , anónimos, fuera del alcance personal. Un mal que se presenta a nosotros como "un poder extraño que nos lleva a donde no queremos ir" (Cf. Luis González Carvajal Santabárbara, Esta es nuestra fe). Un ataque con bombas atómicas nos llevaría al abismo de un invierno nuclear de al menos dos o tres años y del cual nadie puede sobrevivir salvo las cucarachas.

Urge, pues, que nos demos cuenta de lo imperioso e importante de trabajar por la paz, sobre todo, en nuestra propia Iglesia católica de la que la mayoría somos integrantes.

La paz es el fruto de la justicia. Una justicia que tiene su apoyo en la fe ya que la paz es don de Dios. Este don hay que trabajarlo continuamente, tarea difícil porque el mal también "trabaja" dentro de cada cual. "Hago lo que no quiero", así se expresa nada menos que el apóstol San Pablo (cf. Rm 7, 15-24). A pesar de nuestras buenas intenciones no nos entregamos a un nivel más alto de confianza y así se estropean finalmente muchas negociaciones y acuerdos, también por desgracia a nivel de las armas nucleares.

Las armas nucleares son armas inhumanas y no sirven a ningún objetivo racional y ni siquiera se trata de armas de defensa

Afortunadamente, existen algunos signos de esperanza en el campo del desarme nuclear. La noción de solidaridad y la intuición de la necesidad urgente de un gran cambio de mentalidad en nuestro mundo (el darse cuenta de la seriedad de las amenazas) están cada vez más extendidas en muchas capas de la sociedad gracias también a las acciones de muchas organizaciones eclesiales ( PAX CHRISTI , IUSTITIA ET PAX ), civiles ( ICAN, AVAAZ, CRUZ ROJA, MAYORS FOR PEACE, INTERNATIONAL PEACE BUREAU) y organizaciones científicas como el SIPRI .

El deseo de la supervivencia de la humanidad en estos momentos de grandes crisis y amenazas nos une y nos conecta a todas las personas y a todo lo que vive y quiere vivir. Así contemplada la amenaza de las armas nucleares y la necesidad absoluta de su abolición puede marcar también un Momentum en la historia de la humanidad, urgiéndonos a trabajar conjuntamente a nivel civil y a nivel político, para combatir esta monstruosidad que significa una carrera de armas nucleares, que mina la felicidad y el respeto a la vida y viola los derechos básicos.

Moralmente es una prioridad absoluta evitar la posibilidad de una guerra atómica que destruiría toda la vida. Existe un espíritu de paz en mucha gente en nuestro mundo, pero todavía falta promover este espíritu, entendiendo que se trata de un largo proceso mental que penetra en la estructura más profunda de la persona y en la conciencia colectiva.

La carencia de un respeto fundamental para la vida, de un espíritu ético en que toda la vida es sagrada, ha posibilitado la conducta inhumana en las dos guerras mundiales del siglo XX y la quiebra de la humanidad en Auschwitz. ¿Por qué no pensamos o no queremos pensar en las consecuencias de una guerra nuclear para nuestra "Casa Común? El papa Francisco cifra el número de víctimas mortales, en un primer ataque a gran escala, de entre 1000 y 1500 millones de personas y en un momento posterior, entre 4.000 a 5.000 millones de personas, sin contar los animales y otros seres vivos de la Creación, por las consecuencias de la radiación en la alimentación y el agua. Es llamativo que no haya más indignación, más protesta, más acción política, más reflejo del peligro de las armas nucleares en los MCS.

¿Qué se puede hacer?

En primer lugar, rezar por una conversión personal y comunitaria; levantarnos de nuestro sillón en la zona de confort y, con mirada crítica-constructiva, participar activamente en acciones que promuevan los valores del Reino, sobre todo los de la justica y de la paz, desde el amor de Cristo por las personas más pobres y desheredadas de la tierra. Esto contribuirá a una cultura de fraternidad y a un desarme generalizado, sobre todo, de las armas más destructivas, las nucleares.

En cuanto al diálogo internacional, la Iglesia, a través de organizaciones como Justicia y Paz, continúa promoviendo un renovado diálogo en la vida de la política internacional (en la ONU por ejemplo) basado en tres principios: la confianza, la fiabilidad y la humanidad, los tres interrelacionados. Contribuir a crear y apoyar un ambiente donde reaparece el "rostro humano sufriente" (Emmanuel Levinas) es una exigencia moral desde el Evangelio mismo. Un ambiente donde se debe, por mandato de los pueblos, dialogar desde el respeto mutuo, la confianza, la fiabilidad y la humanidad en vez de jugar al escondite en los búnkeres del pensamiento único, la arrogancia del poder y del partidismo asfixiante, algo absolutamente inaceptable.

En el prefacio al libro "A World free from nuclear weapons. The Vatican Conference on disarmament" el Cardenal Turkson cita unas frases de un famoso discurso de Dwight Eisenhower, ex-presidente de los EEUU, a saber: "Cada arma fabricada, cada buque de guerra, cada misil lanzado significa, en última estancia, un robo a los que sufren hambre y no están alimentados, a los que tienen frío y no están vestidos. Este mundo en armas no gasta solamente dinero. Está gastando el sudor de sus obreros, el genio de sus científicos, y la esperanza de sus hijos". (cf . Drew Christiansen, SJ y Carole Sargent, Editors , A world free from nuclear weapons, Georgetown University Press, Washington, DC 2020// NB.

¿Es necesario explicar todavía las ventajas para la humanidad de un mundo sin armas nucleares? ¿Quiénes quieren de verdad esta escalada de la amenaza nuclear?

Las armas nucleares son armas inhumanas y no sirven a ningún objetivo racional y ni siquiera se trata de armas de defensa. Hay que combatir este jaleo insano, esta locura de fijación que se basa en temor, resentimiento, orgullo nacional y personal, interpretaciones erróneas de las intenciones de otras personas y rechazo de todo diálogo por idealización del propio pueblo, sistema de gobierno o de la propia persona y deshumanizar hasta satanizar al otro, al adversario. Termino con una observación trascendental del papa Francisco en su "Mensaje para la Celebración de la 50 Jornada Mundial de la Paz" (1 de enero 2017, p.5):

"una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero. En este sentido hago un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética".

Ton Broekman

Coordinador de la Comisión Justicia y Paz de la Diócesis de Palencia

Miembro del Consejo de JyP España y del Grupo de Trabajo Desarme Nuclear de JyP