
A un año de la DANA
Ni un año ni toda una vida; ese dolor no se puede olvidar. Cuesta asumir una muerte por enfermedad, por una tragedia, por un accidente, pero el tiempo suaviza el dolor y poco a poco se recompone el corazón y la mente.
Pero tantas muertes por negligencia, por irresponsabilidad, por incompetencia son insoportables, son imposibles de olvidar; solo con la mediación del Espíritu Santo sus familiares serán capaces de perdonar.
Una cruel DANA arrasó vidas, casas, colegios, iglesias, negocios, proyectos, ilusiones, esperanzas; se llevó por delante la paz de mayores, el equilibrio emocional de los niños, la fuerza de los padres.
A un año de la catástrofe con mucho reconstruido y muchísimo por hacer aún escuchamos y sentimos el dolor de las víctimas porque suenan más los reproches mutuos de los responsables que las soluciones; aún se las sigue utilizando como arma electoral.
La familia, la amistad, la solidaridad, la ayuda de tantísima gente y las oraciones han conseguido una falsa normalidad; pero es imprescindible recomponer corazones, fortalecer espíritus, avivar esperanzas.
Demasiadas víctimas, demasiado dolor, demasiadas pérdidas materiales, demasiada rabia…
Poca vergüenza, poca responsabilidad, poca diligencia, poca eficacia, poca humildad…
Nuestro agradecimiento a cuantos ayudaron, rezaron…; ése es el compromiso cristiano.
Nuestro ruego y exigencia para quienes tienen responsabilidades políticas: pedid perdón, pedid perdón mil veces, callad y cumplid con la reparación y la justicia que merecen los perjudicados.
Vicent Ample, Justicia y Paz Valencia
