Promover una cultura del cuidado y del bien común

12.12.2020

En el quinto aniversario del Acuerdo de París y cinco años despuésde la publicación de la Carta Encíclica Laudato Si' el "grito de la tierra y el grito de los pobres" (Laudato Si', 49) resuena cada vez más fuerte y urgente en nuestros oídos. La pandemia a la que nos enfrentamos no puede ser una excusa para la inacción, sino que debe ser vista como una oportunidad para reconstruir mejor.

El papa Francisco, al establecer su Comisión Vaticana Covid-19, nos invitó a todos a unir nuestras fuerzas, soñando y a "prepararel futuro". Es adecuado reconocer los desafíos y problemas, pero estos no son inflexibles. Una cultura renovada del cuidado y una visión económica que busque el bien común, basada en la solidaridad y el cuidado de la creación, la participación, la igualdad y la justicia, puede promover un cambio transformador y sacar a la humanidad de esta crisis.

Leer el mensaje del cardenal Turkson

Mensaje de la Ciudad del Vaticano en la Cumbre de Acción Climática 2020

La acutal pandemia y el cambio climático, que tienen una relevancia no sólo ambiental sino también ética, social, económica y política, inciden sobre todo en la vida de los más pobres y frágiles. De este modo, apelan a nuestra responsabilidad de promover, con un compromiso colectivo y solidario, una cultura del cuidado que ponga en el centro la dignidad humana y el bien común. Además de adoptar algunas medidas, que no pueden aplazarse, es necesaria una estrategia que reduzca a cero las emisiones netas. La Santa Sede se asocia a este objetivo moviéndose en dos planos:

  1. Por una parte, el Estado de la Ciudad del Vaticano se compromete a reducir a cero las emisiones netas antes del 2050, intensificando los esfuerzos de gestión ambiental, ya en curso desde hace algunos años, que posibilitan el uso racional de recursos naturales como el agua y la energía, la eficacia energética, la movilidad sostenible, la reforestación y la economía circualr también en la gestión de los desechos.
  2. Por otra parte, la Santa Sede se compromete a promover una educación para la ecología integral. Las medidas políticas y técnicas deben unirse con un proceso educativo que favorezca un modelo cultural de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre ser humano y ambiente. En esta perspectiva, he inaugurado el Pacto Educativo Global para acompañar a las escuelas y universidades católicas, frecuentadas por más de 70 millones de estudiantes en todos los continentes, y apoyado en la economía de Francisco, a través de la cual jóvenes economistas, empresarios y expertos en finanzas y en el mundo del trabajo promueven nuevos caminos que superan la pobreza energética, que pongan el cuidado de los bienes comunes en el centro de las políticas nacionales e internacionales, y que favorezcan la producción sostenible , también en países con baja renta compartiendo tecnologías avanzadas apropiadas.

Ha llegado el momento de un cambio de rumbo: no robemos a las nuevas generaciones la esperanza en un futuro mejor.