Análisis de la COP26 por Justicia y Paz Escocia

06.12.2021

El objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados se mantiene "con respiración asistida". Esta fue la sentencia del Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, tras la COP26 de Glasgow.

Hubo notables victorias en cuanto a la reducción del metano y la reforestación. El Pacto Climático de Glasgow es el primero en el que se menciona explícitamente a los "combustibles fósiles" como parte del problema. Pero a pesar de todo, los resultados son decepcionantes. El secuestro de última hora del acuerdo por parte de China e India para "reducir", en lugar de "eliminar" los combustibles fósiles dejó al presidente de la COP, Alok Sharma, visiblemente molesto y, lo que es más preocupante, proporciona cobertura a algunos países como Australia, China, Arabia Saudí, Brasil, entre otros, para dejar de actuar con la urgencia necesaria.

Es innegable que desde el principio hubo problemas profundos con la COP. En un acto de la Zona Verde, el rabino jefe, Ephraim Mirvis, señaló que, aunque la mayor parte de la población mundial profesa una fe, la ausencia de líderes religiosos o de un día centrado en la fe dentro de las negociaciones oficiales fue una oportunidad perdida. Asimismo, hubo varios actos en las Zonas Azul y Verde y en la respuesta cívica más amplia que se refirieron al reto del desplazamiento climático y la migración. Sin embargo, este aspecto, que une dos de los desafíos más acuciantes de las próximas décadas, estuvo ausente de la agenda del gobierno. Anque sabemos que el 80% de los ecosistemas más vulnerables del mundo están bajo la protección de los pueblos indígenas, y las conversaciones y declaraciones de prensa de la COP hacían frecuente referencia a este punto, las personas activistas indígenas estaban predominantemente fuera de las negociaciones oficiales, sin poder aportar su sabiduría, y mucho menos liderar las negociaciones.

Se plantearon las cuestiones relativas a las pérdidas y los daños, pero no se abordaron, y el acuerdo de Copenhague (COP 21, 2009) de 100.000 millones de dólares para que los países ricos financien a las naciones en desarrollo se volvió a dejar de lado y no se cumplió adecuadamente. El recorte de la financiación y la ayuda al desarrollo internacional por parte del gobierno británico a principios de año envió una clara señal al mundo sobre esta cuestión.

Las dificultades para asistir a la COP se han visto exacerbadas por la Covid-19 y los costes de asistencia han excluido a muchas personas. Los problemas de acceso a las vacunas ya dificultaban de forma desproporcionada la asistencia a las personas de los países más pobres. Pero la decisión de discriminar la llegada en función de la geografía y las vacunas, (personas procedentes de América del Sur, África y el sur de Asia que recibieron dos vacunas de Pfizer, Moderna y Astra-Zeneca tuvieron que pasar cuarentena y aislamiento a su llegada, mientras que las procedentes de América del Norte y Europa no lo hicieron), sigue siendo una marca vergonzosa e inexplicable para el Gobierno anfitrión del Reino Unido.

Es mucho más fácil ver los éxitos fuera de los actos oficiales. Glasgow y Escocia en su conjunto estuvieron presentes y los comentarios de personas delegadas, manifestantes e incluso de agentes de policía fueron que habían disfrutado de su visita, y que encontraron acogida, hospitalidad y compromiso en quienes participábamos.

Las cifras variaron, pero al menos 125.000 personas acudieron el sábado a la manifestación central del Día de Acción Mundial, que recorrió la ciudad. Aunque el tiempo no fue bueno, al menos sí auténtico para un día de finales de otoño en Glasgow.

Las iglesias de toda la ciudad y de otros lugares abrieron sus puertas para los eventos, y las personas de toda Escocia abrieron sus casas para proporcionar alojamiento asequible a través de la red Homestay. Como miembros de Stop Climate Chaos Scotland hemos contribuido a ello. Este portal web pretende ser un legado de la COP y estará disponible para futuros eventos con el objeto de facilitar el alojamiento a otras personas activistas.

Los actos de fe, en las tradiciones individuales, ecuménicas e interconfesionales, fueron lo más destacado de las dos semanas para muchas personas, tanto visitantes como locales. La homilía pronunciada por nuestro obispo presidente William Nolan en la misa de la COP recibió un aplauso espontáneo y una ovación sin precedentes por parte de quienes asistíamos al  encuentro.

La vigilia de oración "24 horas por el clima" (organizada por personas voluntarias de los Misioneros Columbanos, Pax Christi, Asuncionistas y Justicia y Paz) reunió a personas colaboradoras de todo el mundo en oración, con miles de mensajes enviados desde esta confesión, y la recepción de experiencias de los impactos de la crisis climática en casi 20 países que se compartieron con quienes negociaban en la COP.

Antes de la COP de París en 2015, el papa Francisco publicó su encíclica Laudato si'. Seis años después, su mensaje estaba en boca de muchos de los líderes de la Iglesia. Su llamamiento a escuchar y responder al "grito de la tierra y al grito de los pobres" presenta un desafío mayor para las personas creyentes, más allá de la necesidad urgente de detener y revertir el calentamiento global.

Con la cobertura mediática de la COP compitiendo en casa con los temas de corrupción gubernamental, y en los días posteriores a los retos duraderos de la pobreza y la crueldad del Ministerio del Interior hacia solicitantes de asilo dominando una vez más el debate, está claro que todavía tenemos un camino muy largo por recorrer.

1,5 grados supone la respiración asistida pero no la muerte. La energía y la determinación de activistas, sobre todo de la juventud, no va a desaparecer. La crisis climática es un tema de conversación en todo el país. La COP27 tendrá lugar en Sharm el-Sheij el próximo año. Tenemos doce meses para mantener esta conversación y asegurarnos de que nuestros gobiernos actúan con hechos y no sólo con palabras.