El ser humano en la encrucijada: el sentido de la vida y la antropología cristiana desde la perspectiva de un cristianismo de liberación

15.10.2025
  • José Manuel Chillón realizó una reflexión profunda y crítica sobre la crisis del sentido humano en nuestra época, desde una perspectiva cristiana que une la experiencia personal, el sufrimiento, la esperanza y la acción.
  • Propuso un cristianismo liberador que no se reduce a rituales ni abstractas doctrinas, sino que se encarna en la vida concreta del ser humano con sus heridas y paradojas.
  • La libertad de pensamiento es fundamental para encontrar sentido y esperanza. Se insistió en la necesidad de actualizar la comunicación, reforzar el compromiso social, y ofrecer propuestas que conecten con las nuevas generaciones.

Justicia y Paz Valladolid imparte el curso monográfico "La actual situación mundial: Crisis, causas y acción transformadora desde un cristianismo de liberación y profético" con la colaboración de Fe y Desarrollo de Valladolid, dentro de la programación de la Escuela diocesana de Formación.

La primera sesión del curso ofreció el marco conceptual desde el que se abordan el resto de sesiones. En ella, José Manuel Chillón, doctor en filosofía en la Universidad de Valladolid, presentó la antropología cristiana como experiencia que ofrece una comprensión completa y liberadora del ser humano. No hay oposición entre ser humano y ser creyente; el cristianismo es el modelo de plenitud humana.

Se centró en tres aspectos ligados a la fe cristiana: la finitud, la paradoja y el sentido, vinculándolas con la encarnación, la cruz y la resurrección respectivamente.

El ser humano es un "por hacer", siempre en proceso y transformación (gerundio). Somos seres limitados, sufrientes, frágiles y concretos, no conceptos abstractos. El sufrimiento es la experiencia humana central que une a todas las personas. La finitud tiene un carácter concreto, particular e irrepetible. También contiene un desborde hacia la trascendencia, que en la fe cristiana se llama Dios. La gracia consiste en aceptar la insignificancia humana y ser personas mediadoras del mensaje, no el mensaje en sí.

La cruz representa la contradicción inherente a la existencia humana. La experiencia de la cruz es una experiencia paradójica, un escándalo y locura para algunas personas. La paradoja implica las contradicciones internas, las noches oscuras del alma y la dialéctica de la existencia. Se contrapone un cristianismo de gloria con uno de carne y cruz, que es el auténtico cristianismo. El amor crucificado es una realidad humana y espiritual que implica sufrimiento y aceptación.

La resurrección es la experiencia del sentido último, pero se relaciona con la libertad de pensamiento. La ausencia física de Jesús y el testimonio colectivo dan valor a la fe en la resurrección. La libertad de pensamiento es revolucionaria y el fundamento del sentido y la esperanza. La esperanza se define como un trayecto en el que se reconoce la finitud, pero se proyecta hacia un futuro con sentido. La resurrección no anula las heridas, sino que las redime y las integra.

La antropología cristiana se basa en dos grandes capítulos: pecado (finito) y gracia (salvación). El pecado es la experiencia de querer no ser hombre, de usurpar atributos divinos. La gracia es la redención a través de Jesús que asume la finitud humana. Se critica la antropología contemporánea individualista, posthumanista y transhumanista, ya que estas antropologías modernas pretenden superar la finitud.

La libertad, en la fe, se entiende como apertura a la relación con Dios y el otro, no como absoluto egoísmo.

Existe una dificultad de transmisión de esta experiencia a las nuevas generaciones que están desencantadas con la misa y la religión institucional. Se critica el enfoque rígido, abstracto y desconectado de la vida cotidiana en la enseñanza religiosa. Es importante ser testimonio vivo y transmitir la fe a través de la propia vida y acción, ya que la fe debe ofrecer sentido, diálogo y acompañamiento, no solo dogma o mandato.

También hay un problema serio de comunicación, debido al lenguaje incomprensible o repetitivo en las celebraciones religiosas. Esto dificulta la participación y el entendimiento, especialmente de personas jóvenes o que han tenido dificultades con la Iglesia o simplemente falta de presencia. Se propone que haya una reforma o manifestación para mejorar la claridad del lenguaje litúrgico.

Igualmente hubo un debate sobre el papel del error y la contradicción en lo humano frente a la inteligencia artificial, ya que lo verdaderamente humano es el error, la equivocación, la fragilidad. La inteligencia artificial no falla; por tanto, la humanidad se distingue por su imperfección y capacidad de sufrimiento. La paradoja humana es aceptar esta contradicción y seguir con apertura a la trascendencia.

En cuanto a la acción social y el compromiso eclesial hubo una crítica a la falta de acciones públicas claras y comprometidas como Iglesia en cuestiones sociales y políticas. Se valoró el papel individual, pero se demandó mayor presencia y coherencia colectiva. La justicia debe preceder a la caridad; la Iglesia debe denunciar y actuar contra las injusticias estructurales. Se debe fortalecer el testimonio que conjuga pensamiento y acción para responder a la crisis social.