Cadenas de trabajo en el cuidado del hogar

04.03.2025

El panorama de la mujer trabajadora en España ha cambiado radicalmente desde hace 50 años, fecha en que se celebró en nuestro país el Año Internacional de la Mujer y en el que el porcentaje de mujeres trabajadoras se encontraba en torno a un 22% [1]. Si pasamos a la década de los 80, nos encontramos que este porcentaje sube 29,48%, en el año 82, es decir, alrededor de 4 millones de mujeres formaban parte de la población activa. En los siguientes años la cifra fue aumentando, hasta alcanzar, en 2022, un porcentaje del 47,3% sobre el total de la población activa. Si se analizan las cifras absolutas en 40 años el número de trabajadoras se ha multiplicado por 3 (de 3,2 millones de mujeres a 9,5 millones) [2].

Esta incorporación al mercado laboral de la mujer trae consigo, como es obvio, que los roles tradicionales de la mujer española, afortunadamente, se estén modificando. No obstante, el cuidado de los niños o la limpieza del hogar entre otras muchas actividades no se pueden abandonar; pero la conciliación laboral-familiar no siempre se facilita y el hombre no colabora como debiera. Para solventar estos problemas, están las guarderías, las actividades extraescolares, los abuelos… Y si la familia dispone de recursos económicos se acude a la contratación de personal externo que suele ser una mujer.

Es decir, las mujeres trabajadoras, si su economía se lo permite, recurren a otra mujer trabajadora para que realice las labores de limpieza, atención a sus hijos o ayuda a personas mayores. Como decía un informe de Funcas del 2017: "La fórmula de organizar los cuidados a través del empleo del hogar responde a una estructura social familista modificada, donde se externalizan las actividades, pero se mantienen dentro del hogar y en manos femeninas, es decir, replicando el modelo de organización familiar tradicional."

Paralela a esta situación, debemos considerar el efecto de la migración en España. Si volvemos a los años 70 del siglo XX, se observa que la inmigración en España era muy baja, pero conforme se incrementó la renta per cápita, esta realidad fue cambiando, y España pasó de ser un país de emigrantes, a un país de inmigración. Y así tenemos que desde el 2002 al 2022, 20 años, el número de trabajadoras/es extranjeras/os afiliadas/os a la Seguridad Social se ha incrementado aproximadamente un 293%, si bien el porcentaje de mujeres inmigrantes ha crecido mucho más rápido que el de los hombres de manera que el número de mujeres trabajadoras extranjeras ha aumentado, desde 2001 hasta 2022, en un 402% [3]. Estos son valores oficiales, por lo que en la realidad estos porcentajes serán mucho más altos.

De estas mujeres inmigrantes un gran porcentaje se dedica a las labores domésticas, sea de forma regular o irregular. Dicho de otra forma, el trabajo feminizado sigue consolidado, si bien se está traspasando a las mujeres inmigrantes, formándose "cadenas transnacionales que se conforman con el objetivo de sostener cotidianamente la vida, y en las que los hogares se transfieren trabajos de cuidados de unos a otros en base a ejes de poder, entre los que cabe destacar el género, la etnia, la clase social y el lugar de procedencia" [4]. Se podría decir que importamos mano de obra barata, femenina, para solucionar o paliar la problemática de la conciliación o la necesidad de ayuda en las tareas del hogar.

Todos los días, miles de mujeres, jóvenes o maduras, especialmente de esa parte de nuestra casa común que llamamos el "Sur global" o de zonas conflictivas, preparan sus maletas o sus hatillos, guardan con cuidado el dinero que entre los miembros de la familia han recaudado y se marchan de su casa, de su tierra, de su país, dejan atrás a su familia: padres, hermanos, pero también maridos e hijos, también hay hombres que lo hacen, no queremos olvidarlos, para venir a ayudar a las familias españolas, dejando para ello a las suyas. Por eso debemos preguntarnos: ¿nos preocupamos por esa persona que nos cuida?

Por eso, en este 8 de marzo, día Internacional de la Mujer Trabajadora, las mujeres españolas debemos mirar con una especial sensibilidad a la mujer trabajadora que tenemos contratada en nuestro hogar, que limpia nuestra oficina o que atiende a nuestros ancianos en las residencias o en sus casas, es de justicia y forma parte de esa sororidad que precisamos las mujeres para conseguir la igualdad.

La cadena global de trabajo se va extendiendo, pero no podemos permitir que sea injusta, que el trabajo de las mujeres que migran a nuestro país para ocuparse de nuestro cuidado sea indigno tanto por salario como por condiciones laborales.

Para todas esas mujeres venidas desde tantos puntos de la Casa Común a trabajar en España, desde Justicia y Paz, nuestra admiración y nuestro respeto.

Pilar de la Rosa, secretaria de Justicia y Paz Madrid y representante de la CGJP en la mesa de ITD.

[1] Los avances en la igualdad de la mujer en España desde 1975.

[2] Mujeres en cifras. 1983-2023.

[3] Ibid.

[4] Investigación Mujer inmigrante y empleo de hogar: situación actual, retos y propuestas.

Pilar de la Rosa en el #8M2025 de Iglesia por el Trabajo Decente: