Israel y sus aliados contra la UNRWA

09.02.2024

Apenas habían pasado unas horas desde que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), de la ONU, declarara "verosímil" la práctica de genocidio en Gaza por parte del Estado de Israel, cuando el gobierno israelí denunció -sin pruebas- que 12 empleados de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) participaron en la incursión militar de Hamás el 7 de octubre en Israel y que la Agencia es cómplice de Hamás y provee refugio a terroristas.

Hasta la persona más ingenua podía ver que se trataba de una maniobra para desviar la atención internacional de la destrucción indiscriminada en Gaza y particularmente del fallo del TIJ. UNRWA facilita todos los años al gobierno de Israel los nombres y documentos de identidad de todo su personal laboral, y nunca hasta ahora Israel había hecho ninguna observación o manifestado alguna sospecha.

Hamás ha negado que el personal de la ONU colabore con sus acciones militares.

La UNRWA reaccionó inmediatamente rescindiendo el contrato de los supuestos implicados y anunciando una investigación. Pero Estados Unidos se apresuró a anunciar la suspensión de su financiación a la Agencia, y le siguieron buena parte de sus más importantes aliados, entre ellos Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Holanda, Austria, Canadá, Australia, Japón… países que hacen la vista gorda ante el asesinato en masa de civiles, el bombardeo descarado de escuelas, hospitales y campos de refugio.

"¿Por qué no existe una reacción ni remotamente comparable ante la amplia evidencia de los crímenes de guerra israelíes en Gaza?", se preguntaba el director de la organización Human Rights Watch.

No es casualidad que varios de los países que han castigado a la UNRWA sean también los principales vendedores de armas a Israel: Estados Unidos, Alemania e Italia.

Las más importantes ONG humanitarias del mundo han criticado la cancelación. España, por el momento, se ha negado a cancelar los fondos a UNRWA. A lo largo de 2023, contribuyó con casi 20 millones de euros.

UNRWA se financiada con las donaciones de los Estados miembros de la ONU. Los principales donantes para sus proyectos y servicios son la Unión Europea, Estados Unidos, Suecia y Japón. Tiene 30.000 personas empleadas, 13.000 en Gaza y el resto en Cisjordania y otros territorios que acogen a población palestina dispersa por Oriente Medio, principalmente en Líbano, Jordania y Siria. Provee de servicios (refugio, agua, comida y medicinas) a unos seis millones de personas palestinas, de las que 1,7 millones viven en Gaza y dependen de la asistencia de la Agencia para su mera supervivencia. Desde que el 7 de octubre pasado se desató el horror en Gaza, 152 personas que trabajan en ella han muerto por el fuego israelí y más de 50 de sus instalaciones han resultado dañadas.

Ningún sentido común podrá explicar cómo, por un supuesto crimen de 12 personas -no probado, insistimos- puede castigarse a una organización de 30.000 personas empleadas y, sobre todo, a la población gazatí, lo que constituye un crimen de guerra y un cheque en blanco para que el gobierno israelí continúe con el genocidio. Se trata de una organización que lleva décadas proporcionando asistencia humanitaria (educación, asistencia sanitaria, ayuda alimentaria y de abrigo, cobijo, microcréditos, ayuda a madres solteras, etc.) a un pueblo desarraigado, dispersado, colonizado y en régimen de apartheid.

Los aliados internacionales de Israel consideran que se puede juzgar todo el trabajo de la UNRWA, que ha salvado la vida a miles de personas, por la supuesta acción criminal de una docena de sus trabajadores. Ello es más grave si se considera que se trata de una presunción originada en interrogatorios realizados por las fuerzas de seguridad israelíes. Se mire por donde se mire, es una reacción absolutamente desproporcionada.

Naciones Unidas insiste en que, anulando los fondos a UNRWA, estos países están violando la orden judicial emitida por el Tribunal Internacional de Justicia que busca asegurar la llegada efectiva de ayuda humanitaria a Gaza.

El 25 de octubre pasado, el gobierno israelí declaró 'non grata' a la ONU después de que su secretario general dijera que los "terribles ataques" de Hamás del 7 de octubre no podían justificar el "castigo colectivo del pueblo palestino" y hablara de "las claras violaciones del derecho internacional humanitario" cometidas por Israel. Este también había acusado anteriormente a la UNRWA, a la Organización Mundial de la Salud y a algunos países críticos con las masacres israelíes de alinearse con Hamás. En diciembre pasado se filtró a la prensa israelí el plan del gobierno de deshacerse de UNRWA en Gaza, cuya primera fase implicaría "un informe exhaustivo sobre una presunta cooperación de la Agencia con Hamás".

A Israel le resulta incómoda la presencia de la UNRWA en territorios palestinos; es un testigo cualificado de los crímenes de guerra.

Portavoces de UNRWA han declarado que sus fondos le permitirán trabajar solo hasta finales de febrero. La población palestina se quedaría sin su último protector internacional. "Sin la UNRWA, la población de Gaza está condenada a una muerte segura", declaró su directora ejecutiva en España.

Probablemente la suspensión de la financiación liderada por Estados Unidos busca agudizar más aún la catastrófica situación humanitaria que vive la Franja. Israel constata cada día la dificultad para lograr su objetivo de expulsar de la Franja al mayor número posible de población palestina hacia el Sinaí egipcio y la diáspora mundial. Cada vez es mayor la presión internacional para que acepte la fórmula de los dos Estados.

Pero si la UNRWA colapsa, las cosas podrían cambiar, porque probablemente el pueblo gazatí y la comunidad internacional tendrían que buscar fórmulas para impedir que la mortandad y las epidemias se generalizaran en la Franja. Y sin duda esas fórmulas pasarían por evacuar a las casi dos millones de personas desplazadas internas gazatíes, haciendo viable de esa manera la "limpieza" de personas palestinas de Gaza y dejando el campo libre a Israel. Se habría desvirtuado la posición de los dos Estados, y todo habría acabado…

Waldo Fernández