La COP30 refuerza la justicia climática, pero falla en la raíz del problema

25.11.2025
  • La COP30, celebrada en Belém, concluyó con avances relevantes, pero también con una sensación generalizada de oportunidad perdida. El "Belém Package" agrupa decisiones en justicia climática, adaptación y apoyo a comunidades vulnerables, y supone un paso adelante. Sin embargo, el acuerdo evita abordar con claridad el núcleo del problema: la dependencia global de los combustibles fósiles.

Entre los logros destacan la creación del Mecanismo de Transición Justa, que reconoce el papel de las personas trabajadoras, pueblos indígenas y comunidades locales en los procesos de cambio; el compromiso de triplicar la financiación para adaptación hacia 2035; y la adopción de 59 indicadores para evaluar los progresos. También se lanzó el Programa de Implementación Tecnológica, orientado a acelerar soluciones verdes en países en desarrollo. El diálogo abierto sobre comercio y clima es una oportunidad para revisar barreras, incoherencias y medidas unilaterales que afectan de manera desigual. Además, el nuevo Tropical Forests Forever Facility refuerza la protección de los bosques tropicales, esenciales para la estabilidad climática.

Pese a estos avances, la ausencia de un compromiso explícito para eliminar el uso de petróleo, gas y carbón marca el límite político de esta cumbre. Más de 80 países reclamaron una hoja de ruta clara para la transición energética, pero el texto final evita siquiera mencionar los combustibles fósiles. En un momento en que los impactos climáticos se intensifican, esta omisión envía un mensaje preocupante sobre la falta de ambición global. Este silencio deliberado muestra hasta qué punto los intereses de una élite siguen condicionando el futuro del planeta, pese a los llamamientos que también llegan desde la Iglesia católica.  Para el papa León XIV, "la creación clama en las inundaciones, sequías, tormentas y en un calor implacable". Subraya que "ignorar a quienes sufren por el clima es negar nuestra humanidad compartida". 

Este llamamiento del papa León XIV se asienta sobre una base teológica y ética que retoma el legado del papa Francisco. En Laudate deum, Francisco escribe que la crisis climática "no es solo ambiental, es un problema humano y social" que exige "una conversión". Además, recuerda su encíclica Laudato si' para afirmar que "el clima es un bien común", que pertenece a la humanidad.

Brasil anunció sus propias hojas de ruta nacionales para la energía y la deforestación, pero los esfuerzos individuales no sustituyen la necesidad de una respuesta multilateral firme. Sin un plan colectivo de salida de los combustibles fósiles, los avances en financiación o adaptación quedan incompletos. 

Instamos a los gobiernos a convertir los compromisos adoptados en acciones verificables y urgentes. La financiación prometida debe materializarse y llegar a quienes más la necesitan; la adaptación debe ser un derecho, no un recurso de última hora; y la transición energética debe dejar de ser una declaración genérica para convertirse en un proceso global, justo y vinculante. La sociedad civil llama a los gobiernos a asumir finalmente la profundidad del desafío. Laudate deum recuerda que "cada retraso agrava una crisis que ya afecta a los más pobres", y por ello la justicia climática debe guiar todas las decisiones.

La COP30 demuestra que el mundo conoce las soluciones, pero aún falta determinación política para aplicarlas a la escala necesaria. Desde la sociedad civil, seguiremos exigiendo coherencia, ambición y responsabilidad. El tiempo se agota, y la acción climática no puede seguir posponiéndose. Exigimos acción, ambición y coherencia. El futuro no puede esperar.

Montse Serrano, secretaría técnica CGJP y Justicia y Paz Segovia