Declaración conjunta de la sociedad civil sobre el desarme humanitario
Con motivo de la reunión de la Comisión sobre Seguridad Internacional y Desarme de la Asamblea General de Naciones Unidas. Presenta la declaración Bonnie Docherty, de la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard.
El desarme humanitario ha marcado una diferencia fundamental en las últimas décadas para salvar innumerables vidas en todo el mundo y establecer normas perduran en el tiempo. El enfoque centrado en las personas tiene como objetivo prevenir y remediar el sufrimiento humano y el daño medioambiental causados por las armas, y ha demostrado su capacidad para sortear tormentas geopolíticas.
Desde la Primera Comisión del año pasado, el desarme humanitario se ha enfrentado a ataques en múltiples frentes que han puesto en peligro los progresos realizados. El uso de minas terrestres antipersona y bombas de racimo, así como las amenazas de uso de armas nucleares, ponen de relieve los peligros actuales que siguen planteando las armas prohibidas internacionalmente. Algunos Estados han decidido renunciar al Tratado de Ottawa (Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersonal y sobre su destrucción) y a la Convención sobre Municiones en Racimo, poniendo aún más en peligro a civiles debido a la posibilidad de que se produzcan nuevos usos. El incumplimiento por parte de los Estados del Tratado sobre el Comercio de Armas y de los compromisos de la "Declaración Política sobre el Uso de Armas Explosivas en Zonas Pobladas" ha supuesto que la población civil no haya estado protegida en los conflictos armados actuales. El desarrollo de un tratado sobre sistemas de armas autónomas no progresa al ritmo que debería con respecto a los avances tecnológicos.
Sin embargo, aunque no es una panacea, el desarme humanitario ha contribuido a reducir el coste humano de las armas durante décadas y seguirá haciéndolo. Ha marcado una diferencia concreta en la protección de la población civil al estigmatizar y reducir el uso de determinadas armas, reducir los arsenales y promover medidas de desminado y asistencia a las víctimas. En el proceso, ha superado obstáculos como el mundo tras el 11 de septiembre, los cambios de gobierno, la agitación económica y la naturaleza cambiante de la guerra.
Los principios fundamentales del desarme humanitario
pueden tanto sostener este movimiento como garantizar que responda a los retos
globales actuales, entre ellos, el creciente desprecio por el Estado de derecho
y las deficiencias financieras del sector humanitario. Entre esos principios
figuran los siguientes:
- Enfoque humanitario: el objetivo de proteger a la población civil es una meta que puede trascender las diferencias políticas y nacionales.
- Enfoque cooperativo: los Estados deben involucrarse de manera significativa y trabajar en colaboración entre sí, con la sociedad civil, las organizaciones internacionales y con las personas supervivientes en todos los procesos de toma de decisiones para beneficiarse de la experiencia y preservar el enfoque humanitario.
- Compromiso con el Derecho internacional: El Derecho internacional, incluido el desarme humanitario, crea obligaciones para los Estados parte y normas que influyen en los Estados y otros actores ajenos a un tratado. Los Estados no solo deben crear nuevas leyes, sino también aplicar, defender y reforzar las leyes ya existentes.
- Capacidad de adaptación: el desarme humanitario es adaptable, como lo demuestra su evolución desde las armas convencionales hasta las armas de destrucción masiva y su aplicación a nuevos temas, como el medioambiente y los conflictos armados, la destrucción del patrimonio cultural durante los conflictos y el "torture-free trade" (comercio de bienes que se utilizan para la tortura, la pena capital u otros abusos).
Para maximizar la influencia del desarme humanitario y ayudarlo a abordar los retos actuales, instamos a los Estados a:
- Asegurar que las características fundamentales del humanitarismo, la cooperación, el estado de derecho y la adaptabilidad guíen todos los esfuerzos relacionados con las cuestiones de desarme;
- Destacar las preocupaciones humanitarias que suscitan las armas problemáticas en el curso de los debates de la Primera Comisión;
- Pedir, en función de la cuestión específica, que se respeten las normas existentes, se mejore su aplicación y se creen leyes nuevas o más estrictas; y
- Adherirse a los instrumentos de desarme humanitario, aplicarlos plenamente y cumplirlos.
Los Estados deben actuar ahora para contrarrestar las amenazas al derecho internacional y ayudar a que el desarme humanitario alcance su máximo potencial. Hacerlo redunda en beneficio de la humanidad y el planeta.