Desentumecer la acogida, desatar la lengua, denunciar la injusticia

18.12.2020

Nosotros juntos, es el lema del Día Internacional del Migrante de Naciones Unidas. En tan sólo dos palabras se concentra mucho de lo que debería ser el resultado de una política migratoria. "Juntos en un solo nosotros". Juntos sin que el "ellos" dibuje fronteras que nos distancien. Juntos, para afrontar el presente. Juntos y juntas "En projimidad" porque lo cierto y verdad es que no podemos entendernos sin el "otro".


Canta Pedro Guerra en su canción Babel:

Contra la torre de Babel tendemos puentes, lazos que invitan a entender.

Y es que sin puentes y lazos no hay entendimiento. Y sin entendimiento no hay escenarios posibles para "ser" juntos. El racismo y la xenofobia que han cobrado nuevo impulso con la pandemia[i] amenazan con dinamitar los puentes existentes y evitar que otros sean erigidos.

De empatizar, pues se trata. Y podríamos comenzar por reconocer que durante esta pandemia que tanto daño está haciendo, muchas de las personas inmigrantes que se encuentran en nuestro país han estado en primera línea de riesgo porque los trabajos que realizaban les hacían ser "esenciales" en muchos ámbitos: En las residencias, en los servicios de limpieza, en los suministros de víveres, en las cajas de los supermercados, en el transporte de mercancías, en los envíos a domicilio adquiridos a través de plataformas digitales... Otros directamente entraron en "ERTE" o perdieron sus empleos, a menudo precarios, y se vieron engrosando las colas de bancos de alimentos y de organizaciones benéficas ante la falta de respuesta de unos servicios sociales que no siempre supieron estar a la altura.

De empatizar se trata si se piensa en los países de origen de muchos de los que durante la pandemia han intentado llegar a las costas españolas por la "ruta mediterránea", por la "ruta canaria": Senegal, Mali, Guinea, Gambia, Costa de Marfil, Marruecos, Siria... Países a cuyos habitantes la pandemia, los conflictos o la sobre-explotación de los recursos de los que vivían por parte de grandes multinacionalesles empujaron a mirar a Europa y lanzarse al mar. Un mar que acabó siendo la tumba de buena parte de ellos.

De empatizar se trata si se piensa en los cientos de personas hacinadas durante semanas en el muelle de Arguineguín. En quienes se encuentran encerrados en los CIES. En los niños y niñas extranjeros no acompañados a cuya situación no se da la respuesta necesaria por parte de las Administraciones Públicas encargadas de su tutela y a los que se estigmatiza y criminaliza. Si se piensa en los temporeros que malviven en campamentos improvisados, en quienes se agolpan en naves industriales abandonadas, que de vez en cuando se incendian como sucedió recientemente en Badalona.

De empatizar se trata cuando se piensa en quienes sufren las devoluciones en caliente, los vuelos de repatriación, los controles policiales con perfil racial. En quienes se encuentran violados en sus derechos, encerrados en establecimientos de países con los que la Unión Europea ha externalizado sus fronteras. Cabe aquí recordar cómo en una reciente conferencia, el presidente del parlamento alemán Wolfgang Schauble afirmaba sin ambages que "La Unión Europea no tiene otra opción que trabajar con regímenes despóticos" para controlar la inmigración.

De indignarse se trata cuando se aprecia que la Unión Europea parece no haber aprendido nada de sus errores en política migratoria al plantear un Pacto Migratorio que debilita la solidaridad entre los Estados miembros y diluye el papel de la Unión como actor clave. O cuando se constata que el Plan de Integración e Inclusión Social sobre inmigración de la Unión Europea apuesta más por una "integración preventiva" basada en el miedo y el control de posibles actuaciones terroristas que por una "integración efectiva". Llegando incluso a plantear que personas ciudadanas de los Estados miembros sean susceptibles de integración si tienen origen migrante.

Tres actitudes: Desentumecer la acogida, desatar la lengua, denunciar la injusticia

Empatizar es un ejercicio necesario, porque enfrenta a la persona con la realidad y -como afirma Zubiri- la convierte en "realidad sentiente". Sin embargo es preciso, como diría Ignacio Ellacuría, un paso más. Es necesario hacerse cargo de la realidad para cargar con ella y encargarse de ella.

La cuestión sería entonces ¿Cómo nos encargamos de la realidad y más en concreto de la realidad migrante? ¿Cómo construir ese "nosotros juntos" que es el lema del día Internacional del Migrante? Y aquí cabría sugerir tres actitudes:

Desentumecer la acogida: Darse cuenta que podemos seguir abrazando, acogiendo a pesar de las mascarillas reales y de aquellas otras "mascarillas ficticias" que nos ponemos y nos reservan en lugares tranquilos y descomprometidos. Que atenazan nuestra generosidad y empobrecen nuestra mirada.

No permanecer impasibles, como espectadores ante el drama de lo que está sucediendo. Informarse, leer, analizar para poder responder bien a las necesidades que se presentan.

En este Adviento, el icono de la familia de Nazaret emigrante, habitante de una infravivienda, perseguida por unos poderosos que quieren matarla tiene un reflejo claro en la realidad migratoria. La respuesta no puede ser otra que la de los pastores que están alerta y se ponen en camino.

Desatar la lengua. Ante situaciones de injusticia social, ante políticas poco compasivas, ante actitudes y declaraciones racistas y xenófobas ¿Cómo es que no nos hierve la sangre? ¿Cómo es que nuestras reacciones no traspasan el umbral de nuestras casas, el espacio cómodo de confort de quienes resignadamente asienten, consienten y se resignan?

Denunciar la injusticia para que se haga justicia. Los derechos humanos están en juego y son igualmente patrimonio de todos y todas. No se puede tolerar que instituciones como la Unión Europea y /o sus Estados miembros den respuestas cuyo resultado sea la vulneración de los derechos de las personas migrantes. No caben matices cuando se trata de la supervivencia y la dignidad de la persona.

La denuncia es un deber ciudadano y para los creyentes cristianos es además una obligación ética. Utilizar las distintas vías para articular la denuncia: desde organizaciones de derechos humanos hasta el Defensor del Pueblo, los Tribunales o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos son recursos que no deben infrautilizarse. Junto a ello es importante el desmontaje de discursos estigmatizadores que siembran el miedo y que requieren emplearse a fondo en los espacios más cotidianos.

Justicia y Paz. Herramienta de denuncia profética.

Justicia y Paz sólo se entiende desde la Denuncia y el Anuncio. Para eso fue constituida. Para ser conciencia de la Iglesia y de la sociedad en materia de derechos humanos y en este camino sigue después de cincuenta y dos años.

En el ámbito migratorio, Justicia y Paz es miembro de la Plataforma Migrantes con Derechos junto a Confer, la Comisión Episcopal de Migraciones y Cáritas Española.

También es miembro fundador de la Federación de Asociaciones de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y socio de PICUM, la Plataforma para la defensa de los Inmigrantes Indocumentados en Europa

Desde todos estos ámbitos Justicia y Paz intenta conservar la mirada atenta, el corazón sensible y la mano pronta ante las violaciones de derechos humanos.


Emilio José Gómez Ciriano. Responsable de Derechos Humanos de Justicia y Paz

[i] Mensaje del Papa Francisco con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz de 2020.