Día Mundial de Acción frente al Calentamiento Global

28.01.2021

Como calentamiento global entendemos el aumento de la temperatura media de la Tierra de una forma constante y a lo largo del tiempo. Es causada por el efecto invernadero. La Tierra recibe todos los días gran cantidad de energía radiante del Sol. Esta energía, de onda corta (ultravioleta), es absorbida por la superficie de la Tierra y devuelta en forma de onda larga, calorífica. Esta energía no es devuelta totalmente al exterior porque se encuentra en su salida con la atmósfera que lo retiene en parte, provocando un calentamiento de nuestro planeta. Es lo que se llama "efecto invernadero". Algo parecido es lo que hacemos los días de invierno en nuestras casas: descorremos las cortinas para que pase el sol a través de los cristales y la habitación se calienta, siempre que tengamos las ventanas bien cerradas. Este efecto invernadero es bueno porque permite una temperatura media compatible con la vida.

El problema nace cuando, como consecuencia de la acción del hombre principalmente, se emiten a la atmósfera una serie de gases que incrementan este efecto invernadero. Por esta razón desde la revolución industrial se está produciendo un aumento de la temperatura media de la Tierra que está ocasionando el cambio climático.

Los gases que se envían a la atmósfera y contribuyen a formar el cambio climático, son los conocidos como gases de efecto invernadero (GEI). Estos gases son varios, pero el que más importancia tiene es el CO2, que se produce principalmente por la quema de combustibles fósiles, es decir, carbón, petróleo y gas natural, utilizados para producir energía. También en los incendios forestales se emite gran cantidad de CO2.

Existe un numeroso grupo de personas de ciencia reunidas en el grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, conocido por las siglas inglesas IPCC, de Naciones Unidas que a través de una serie de informes tratan de advertir a la clase política y a la sociedad en general de las graves consecuencias que para la Tierra y todos los seres vivos puede tener este aumento de temperatura.

A modo de resumen diremos que los principales efectos serían un aumento del deshielo en los polos y los glaciares, que aumentarían el nivel de las aguas de los mares y océanos lo que provocaría el forzado desplazamiento de centenares de millones de personas. Por ejemplo, Bangladesh, un país que en la actualidad tiene unos 165 millones de habitantes, quedará en parte sumergido, provocando la huida de sus habitantes hacia India, Pakistán... aumentando las tensiones en zonas ya bastante inestables. Algunos Estados-islas podrían desaparecer por la subida del nivel del mar.

Igualmente los fenómenos meteorológicos se verían afectados, lo que ocasionaría un aumento de los efectos climáticos adversos. Es decir, donde hoy en día llueve, las lluvias se verían incrementadas y en las zonas de sequía, esta aumentaría aún más. También huracanes y tornados aumentarían en número e intensidad.

Hay todavía muchas otras cuestiones negativas derivadas del cambio climático que exceden a la longitud de este artículo.

Por esto es importante que nos planteemos qué podemos hacer para tratar de frenar este incremento de la temperatura media anual de la Tierra.

¿Qué podemos hacer?

Acciones ya conocidas y suficientemente divulgadas son las que nos llevan a consumir menos energía. Si es en el transporte, intentar usarlo lo menos posible, es decir, desplazarnos a pie, en bicicleta o en patín siempre que podamos, si no, usar el transporte público y si no es posible tratar de que el uso del coche sea compartido.

En los domicilios, oficinas, etc., procurar un ahorro de electricidad. Aislar bien las ventanas para que no se pierda por ellas el calor o el frío, según la época del año en la que estemos, usar luz natural siempre que se pueda y apagar totalmente todos los aparatos eléctricos que no estemos utilizando, incluidos lo que están en stand by (lucecita roja). Una buena opción en cuanto al consumo eléctrico es hacernos socios de cualquiera de las cooperativas que garantizan que pagamos por una electricidad libre de combustibles fósiles. Cuantas más personas seamos, más presión ejerceremos sobre las eléctricas para que aceleren la transición energética.

Estas y otras medidas pueden considerarse como "ahorros directos", pero hay otras buenas prácticas, que producen un gran ahorro de emisiones de CO2 a la atmósfera. Aquí podríamos introducir el consumo de productos de proximidad y temporada. Muchos productos de nuestra mesa han hecho un largo recorrido, a veces miles de kilómetros, antes de ser utilizados. Por ejemplo, las legumbres. Si nos fijamos en el origen, especificado en el paquete, veremos que normalmente vienen de Estados Unidos o de Méjico, con una gran carga de emisiones de gases a sus espaldas hasta llegar a nosotros. Lo mismo cuando comemos frutas o verduras fuera de temporada: han tenido que recorrer muchos kilómetros.

Pero sobre todo, deberíamos tener en cuenta una regla de oro: el mejor ahorro es el no-consumo. Cualquier acto de consumo ya sea ropa, calzado, comida, ocio, etc., lleva un coste energético. Por tanto, lo mejor que podemos hacer es cambiar nuestro estilo de vida para ser más austeros y más responsables con el medio ambiente y sobre todo, más solidarios y cuidadosos con las personas, especialmente, las que habitan en países empobrecidos que se verán afectadas por el cambio climático.

"Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad: El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo en diversas regiones" (LS, 161).

Isabel Cuenca, secretaria general CGJP