Educar para la paz

15.09.2023

Cada 21 de septiembre celebramos el "Día internacional de la paz". Su finalidad es impulsarnos a adoptar un compromiso real con la paz: con hechos, actitudes, pensamientos y palabras a favor de la paz allá donde nos encontremos y con quien estemos.

Cada año el papa Francisco, como anteriormente hicieron Benedicto XVI, Juan Pablo II y Pablo VI, han insistido en algunas claves esenciales para que pueda haber paz:

Ya en el mensaje que Pablo VI compuso para el año 1968 decía esto: "una nueva pedagogía debe educar las nuevas generaciones en el mutuo respeto de las Naciones, en la hermandad de los Pueblos, en la colaboración de las gentes entre sí y también respecto a su progreso y desarrollo".

El papa Juan XXIII en 1963 afirmaba: "es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la Paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor" (cfr. Pacem in terris).

Bastaría con leer los títulos que los distintos Papas han dado a sus "Mensajes para la paz", publicados anualmente, en su primer día, para descubrir cuáles son las claves esenciales para vivir la paz, además de las que Juan XXIII señalaba en la encíclica  Pacem in Terrisa promoción de los Derechos Humanos, la  búsqueda de la reconciliación, el perdón, la hermandad que nos unela defensa de la vida, evitar toda violencia, la práctica de la verdad, el diálogo, la solidaridad, el respeto a las minoríasa la  conciencia de cada ser humano, a la libertad religiosa, salir al encuentro de las gentes vulnerablesel cuidado de la familia, proteger la Creación, la conversión ecológica, vencer la indiferencia, practicar la buena política, el diálogo de civilizaciones, la educación, el trabajo digno

La justicia, la clave maestra

Es la ausencia de justicia, de fraternidad, solidaridad… para con el prójimo lo que provoca la violencia cuando se le mira con afán de dominio y sometimiento; los argumentos o la lógica de la razón ceden ante el impulso irracional de la violencia a través de todos sus métodos y formas.

Es la ausencia de justicia para con el prójimo bien para anularle y convertirle en un simple monigote o bien para robarle, expoliarle y dejarle en la miseria; negándole la condición humana y por lo tanto de los medios para desarrollarse.

Es la ausencia de justicia cuando nos miramos bien adentro lo que nos hace sentir menosprecio, descuido, abandono, sin valor y por lo tanto, nos deja a merced de cualquier impulso que puede conducir a una mayor destrucción: alcoholismo, drogadicción, ludopatías... Y terminamos por  justificar la violencia que nos infringen, y nos sometemos a las modas, y priorizamos el culto de la imagen sobre la esencia, y damos el poder total a la opinión ajena aparcando la propia...

Es la ausencia de justicia para con el medio natural y con los pueblos empobrecidos por la usura de una minoría que lleva al expolio, a la destrucción de hábitats, a la destrucción y desaparición de especies animales y vegetales, a la desertización progresiva, a la aceleración del cambio climático, a las guerras… como si se quisiera negar que este planeta, entero, es Casa Común de toda la humanidad llamada a vivir en armonía, a ser protectora, cuidadora de toda la naturaleza, de la que el ser humano forma parte, igual que de sí misma.

Educar para la paz.


Es tarea nuestra: de cada cual, de cada familia, de las entidades educativas, de las comunidades cristianas, congregaciones religiosas, partidos políticos, sindicatos y asociaciones vecinales. Todas las personas somos imprescindibles en esta labor si queremos transformar las enormes muestras de violencia que se observan entre las personas y también, entre el ser humano y el medio natural.

En lo personal:

Démonos el valor, la estima, el respeto y cuidado que merecemos y necesitamos como personas acreedoras de dignidad.

En lo interpersonal:

Demos al prójimo ese mismo valor: respeto, tolerancia, solidaridad... no por piedad ni lástima sino porque "el prójimo es otro yo" y es justo que pueda contar con aquello que le permita sentirse en plenitud y con capacidad de desarrollarse en el perfecto uso de sus derechos y deberes en la sociedad.

En las relaciones internacionales:

Y si trasladamos esto al ámbito internacional y a las relaciones entre los pueblos veremos que está plenamente justificada la constante llamada de la Doctrina social de la Iglesia, la cual proclama con contundencia que "no podrá haber paz sin justicia".

Por lo tanto... Toda la humanidad está llamada a trabajar por esa justicia empezando siempre por nosotros mismos y sin desatender rincón alguno de nuestro mundo:

  • Traslademos sin complejos estas propuestas cada cual a su ámbito de compromiso social, eclesial o militancia política (por poner un ejemplo: erradiquemos de una vez la tediosa dinámica de convertir los procesos electorales en una batalla de insultos, burlas y vejaciones  –eso que algunos llamaron "jarabe democrático"-, ya solo con eso ganaríamos.

  • Hagamos propuestas a gobiernos municipales, autonómicos… que erradiquen la pobreza, la exclusión social, los delitos de odio y cualquier violencia destruya la armonía social.

· Promovamos también en todos los ámbitos un profundo respeto y cuidado de la naturaleza evitando los males que nos han llevado al punto en el que ahora nos encontramos y podamos prevenir males mayores (tenemos el ejemplo de diócesis que llevan tiempo ya elaborando programas muy bien fundamentados para el cuidado de la Casa Común y contamos con el apoyo de la CEE que nos insta a incluir en la Catequesis la "Conciencia ecológica").

Santi Catalán, Justicia y Paz Tenerife

Para trabajar el tema en la familia o en los centros docentes