El Día de los Derechos Humanos en el año de la pandemia

27.11.2020

La conmemoración periódica de ciertos hitos o situaciones, más o menos oficializada bajo la denominación de "día internacional de ...." puede ser una buena ocasión para que la sociedad haga balance respecto de los problemas que la afectan, facilitando el camino hacia un futuro mejor, desde la perspectiva del camino que se ha ido recorriendo, y sobre todo, es eficaz para mantener abierto el interés y la preocupación respecto del problema en cuestión, para que no caiga en el olvido o la rutina.

Es cierto también que el exceso o abusos en la "creación" constante de nuevos "días", a veces, sobre cuestiones baladíes o con simple afán publicitario, nos obliga a ser rigurosos y centrar los esfuerzos que permitan visibilizar las grandes causas, las que merecen mayor grado de conciencia y exigen mayor compromiso.

Por ello, tiene sentido para quienes creemos firmemente en los principios de igualdad y dignidad de todos los seres humanos y sus pueblos, mantener cada año el recuerdo de la fecha en que se promulgó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el día 10 de diciembre de 1948.

Este año, sin embargo, merece un interés adicional: creo que es la primera ocasión, desde aquella fecha, que se produce coincidiendo con una crisis humanitaria de alcance absolutamente mundial, que afecta a la vida y la supervivencia de millones de seres humanos en todos los países sin excepción.

Hasta ahora asistíamos, con una lamentable "habitualidad", a esta conmemoración en coincidencia con graves situaciones de guerras, conflictos, crisis sociales y sanitarias, pero de carácter más o menos local o sectorial. En esta ocasión, el horizonte de la tragedia sanitaria, con sus secuelas de pobreza, discriminación o descarte nos alcanza a todos los seres y continentes; en definitiva, nos hermana a todos como víctimas, pero también como responsables.

Es por ello que deberíamos centrar la conmemoración y el compromiso de este 2020 en el eje de los derechos llamados de solidaridad o colectivos: sólo desde la convicción de que la humanidad, como un todo, participa de la misma dignidad, podemos afrontar el reto que nos plantea la pandemia con esperanza.

Y este programa coincide, precisamente, con la razón de ser de la reciente Encíclica Fratelli tutti del papa Francisco: sólo siendo hermanos, solidarios con el dolor y el sufrimiento de todas las víctimas de la enfermedad física, pero también de sus secuelas sociales, y conscientes del daño causado a la Creación entera, la humanidad podrá superar esta catástrofe.

En este sentido, nuestro mensaje de este año y nuestra actuación como entidad, debería tener, como guía, la imposibilidad de escindir la visión individual de los derechos a la vida, a la salud, de los aspectos sociales o colectivos: vida digna para todas las personas, mediante acceso al trabajo y techo decentes, a un sistema socio-sanitario universal y público, que no descarte o discrimine a las personas por su edad, raza, nivel económico o social; a una educación sin brechas tecnológicas; a unas sociedades acogedores de los migrantes y refugiados; a un mundo sin guerras ni armas; a un orden económico mundial libre de deudas de origen injusto, y un largo etcétera, todo ello en el marco de un medioambiente sostenible.

Dicho en pocas palabras, debemos centrar nuestro afán, este año más que nunca, en conectar la conversión ecológica con la lucha por los Derechos Humanos.

Por último, recordar con el papa Francisco que "todos tenemos responsabilidad sobre el herido, que es el pueblo mismo, y todos los pueblos de la tierra" (Fratelli tutti, 79), y que "la fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado, y que, además tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro de todo, y que sobre este pilar se construyan las estructuras sociales más justas que necesitamos" (Fratelli tutti, 168).

Pongamos en el Señor la esperanza de que, en la conmemoración de los Derechos Humanos del próximo año, superada la crudeza de la enfermedad, y convertidos hacia una nueva sociedad fraternal y solidaria, nos hallemos más cerca de hacer realidad el deseo expresado por el Papa en las palabras finales de su Mensaje para el Día Mundial de la Paz de este año 2020:

"Que cada persona que venga al mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo".

Eudald Vendrell, vicepresidente CGJP y presidente JP Barcelona