El mejor consenso de la humanidad

10.12.2023

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Universal de los Derechos Humanos. Setenta y cinco años después, Justicia y Paz Europa desea subrayar la importancia perdurable de este documento. La Declaración Universal, junto con la encíclica Pacem in Terris, publicada hace 60 años, nos inspira en nuestra misión de promover los derechos humanos. La falta de respeto en todo el mundo por su contenido es profundamente preocupante.

Declaración Universal y Pacem in terris

Consideramos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el mejor consenso de la humanidad en los tiempos modernos. Sin embargo, en un mundo marcado por crueles guerras y hambrunas mortales, y desgarrado por tanta censura e intolerancia, puede que sea también el más frágil. Para el Comité Ejecutivo de Justicia y Paz Europa, una segunda fuente de inspiración igualmente importante es la carta encíclica Pacem in terris. El papa san Juan XXIII la publicó hace sesenta años, el 11 de abril de 1963, a la atención "de todos los hombres de buena voluntad". Era la primera vez que una carta encíclica se refería a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, por lo que es oportuno recordar conjuntamente ambos documentos, recordando sus disposiciones fundamentales.

Los derechos humanos son universales e inalienables

La Declaración Universal estableció el perfil normativo de los derechos humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos" (art.1). Así, se reconoció que esta dignidad es inherente... y no otorgada por la autoridad humana, y que estos derechos humanos fundamentales son inalienables... y que ninguna persona puede ser privada de sus derechos. La encíclica Pacem in terris repite este principio central de los derechos humanos. No son creados por el hombre, son preexistentes. El papa san Juan XXIII añadió, en particular, que la persona humana no sólo tiene derechos, sino también deberes, y que ambos son "universales, inviolables y, por tanto, totalmente inalienables" (n° 9).

El derecho a la vida y a la libertad

Entre los derechos de la Declaración Universal, recordamos en primer lugar el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona (art. 3), al que la Pacem in terris añade el derecho "a los medios necesarios para el adecuado desarrollo de la vida" (n°11). Así, es triste constatar que, a pesar de los importantes progresos, la pobreza extrema sigue siendo una realidad para una de cada diez personas en el mundo. Recordamos también la exigencia de la Declaración Universal de "que nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre" (art.4). En la Pacem in terris leemos que la verdadera libertad es aquella que más verdaderamente salvaguarda la dignidad de la persona humana. (n°14). A este respecto, nos preocupa comprobar que el número de víctimas registradas de la trata de seres humanos ha vuelto a aumentar desde el estallido de la pandemia de Covid 19 (+9,5% en la Unión Europea).

Migración y derecho a solicitar asilo

El art. 13 de la Declaración Universal enuncia la libertad de circulación dentro de las fronteras de cada Estado y el derecho a salir de cualquier país, incluido el propio. El Art. 14 define el derecho de toda persona "a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país". La Pacem in terris reconoce el derecho a "emigrar e inmigrar". En términos más generales, las personas deberían tener derecho a quedarse o a emigrar, como ha subrayado recientemente el papa Francisco. En una época de migraciones masivas a causa del hambre, la guerra y las catástrofes naturales relacionadas con el clima, respetar estos derechos es un reto para todos los gobiernos. Sin embargo, es inaceptable que las fronteras de nuestro continente, a imagen del mar Mediterráneo, se hayan convertido en cementerios para quienes sólo buscaban un futuro mejor. El papa Francisco ha incriminado de este escándalo "el tráfico cruel y el fanatismo de la indiferencia" (22 de septiembre de 2023 en Marsella). Esperamos que los gobiernos europeos cumplan con su obligación moral y legal de rescatar a las personas en apuros.

La familia: una unidad primaria

Cuando se trata de la familia, ambos documentos convergen. En el art. 16, la Declaración Universal define a la familia como "el elemento natural y fundamental de la sociedad". El n° 16 de la Pacem in terris sugiere que "la familia, fundada en el matrimonio libremente contraído, ..., debe ser considerada como la célula natural y primaria de la sociedad humana" y pide a continuación que "los intereses de la familia, por consiguiente, deben ser tenidos muy especialmente en cuenta en los asuntos sociales y económicos". En la Unión Europea, las prestaciones por familia/hijos aumentaron cerca de un 50% entre 2000 y 2020, sin que ello afectara a las tasas de natalidad, muy por debajo de la tasa de fecundidad de sustitución. Además de un apoyo financiero suficiente para los padres y los cuidadores familiares, es crucial configurar las estructuras de la economía y la sociedad de manera que permitan conciliar la vida familiar y la carrera profesional.

Libertad de religión o de creencias

La libertad de conciencia y religión, expresada en el art. 18 de la Declaración Universal, y la libertad "de profesar la religión tanto en privado como en público", según reza la Pacem in terris (n°14), se han deteriorado globalmente en los últimos años. En particular, los regímenes autocráticos y las tensiones con carga étnica y nacionalista constituyen una grave amenaza para la libertad religiosa. Últimamente, países como Afganistán, China, Cuba, Irán, Nicaragua, Rusia y Arabia Saudí han sido testigos de una regresión significativa de la libertad religiosa. En nuestra opinión, la libertad de practicar la religión en privado y en público que prevalece en la mayoría de los países europeos es un privilegio, que conlleva el deber de promover este derecho fundamental allí donde se vea amenazado. Los gobiernos europeos y las instituciones de la Unión Europea deberían reforzar su compromiso con la libertad religiosa en todo el mundo. Por ejemplo, la Unión Europea debería garantizar que sus "Directrices sobre la libertad de religión o de convicciones" se aplican de forma coherente.

Derechos culturales, económicos y sociales

Una quinta parte de los artículos de la Declaración Universal están dedicados a los derechos sociales, de los que se hace amplio eco la carta encíclica del papa san Juan XXIII. Ésta determina además que "el derecho a la propiedad privada comporta también una obligación social" (n°22). Sin embargo, en muchas regiones del mundo los derechos sociales son probablemente los menos respetados. En la actualidad, las desigualdades mundiales siguen estando al nivel de principios del siglo XX, con una renta media del 10% más rico del mundo unas cuarenta veces superior a la renta media del 50% más pobre. Reducir la desigualdad para 2030 fue uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU acordados por la comunidad internacional en 2015. Es necesario tomar medidas urgentes, especialmente a la luz del diferente impacto de la pandemia de Covid-19 en personas ricas y pobres. La lucha contra la pobreza y la desigualdad debe convertirse en una prioridad para el nuevo Parlamento Europeo y la próxima Comisión Europea en 2024.

Conclusión

Tras las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad ha avanzado en la implantación de instrumentos jurídicos e instituciones a escala nacional e internacional, a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En los últimos 75 años se ha desarrollado una sólida base común para defender la dignidad humana más allá de todas las fronteras. En Europa estamos especialmente agradecidos al Convenio Europeo de Derechos Humanos. 60 años después de la publicación de la carta encíclica Pacem in terris, la Iglesia católica se ha convertido en una promotora más explícita y mucho más firme de los derechos humanos y de la dignidad de la persona humana. Ambos documentos seguirán orientando nuestro trabajo como Justicia y Paz Europa, mientras siga existiendo una enorme falta de respeto por los derechos humanos en muchas partes de nuestro planeta. De hecho, el mejor consenso de la humanidad, expresado en estos dos documentos, es también el más frágil. Seguramente serán necesarios los esfuerzos de todas las personas de buena voluntad para preservarlo.

Comi´té Ejecutivo de Justicia y Paz Europa