Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares
A pesar del histórico acuerdo sobre la abolición de las armas nucleares de la ONU en julio 2017 -TPAN-, firmado por 120 países y ratificado por más de 50 en enero 2021 -en este momento ya son más de 90 países- y que entró en vigor en enero 2022, las grandes potencias nucleares no lo han firmado, no respetan el resultado, desafían el derecho internacional y la voluntad de la abrumadora mayoría de la humanidad. Tenemos un instrumento jurídicamente vinculante que no funciona y la amenaza continúa por los enormes intereses económicos -bancarios, financieros y de inversión-, militares y geopolíticos de muy poca gente que decide el futuro de la humanidad. Es necesario denunciar que con esta actitud y posición política se viola el preámbulo y el primer artículo de la Carta de Naciones Unidas donde figura que hay que buscar caminos y soluciones pacíficas de las controversias y conflictos bélicos en este mundo, para llegar a un desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones. Esto es cínico y se menosprecia el contenido de la Carta y a tantos países que han firmado y ratificado el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Así, no es de extrañar que merme la confianza en la ONU.
El papa Francisco señaló en su discurso ante la ONU en marzo 2017 que "una ética y un derecho basados sobre la destrucción recíproca – y potencialmente de toda la humanidad – contradice el espíritu de las Naciones Unidas". Estamos en un escenario surrealista. Después de tantos intentos desde el nivel local hasta niveles políticos y civiles más altos, después de tantas acciones a nivel nacional e internacional por tantas organizaciones no gubernamentales -destaca la campaña ICAN, Premio Nobel de la Paz en noviembre de 2017-, después de tanto análisis por parte de la ciencia, la Iglesia [1], actividades/declaraciones de otras religiones, acciones de la sociedad civil como "Mayors for Peace", organización mundialmente extendida y con su sede en Hiroshima, y después de tantos testimonios públicos a lo largo de las últimas 7 décadas de las personas supervivientes de los ataques nucleares en Japón en agosto 1945…, la amenaza nuclear sigue. No nos debe sorprender que mucha gente sienta un cierto cansancio porque percibe que las cosas nunca cambian y que el poder para mantener el "status quo" es enorme, un poder con mucha influencia en todos los sectores de la vida -grandes bancos, comunicación, partidos políticos, empresas multinacionales…-. Además este poder se nota también en otros temas que amenazan a la humanidad, como por ejemplo en las migraciones masivas, a causa de injusticias sociales, guerras, hambre, sequía; en el cambio climático, con consecuencias catastróficas sobre todo para las personas más pobres; en las crecientes tendencias anti-democráticas.
No obstante debemos, aunque no veamos resultados palpables, seguir luchando con esperanza, con fe y con entrega. Debemos vivir, como dice el papa Francisco, desde un espíritu donde todo está conectado con todo y donde todas las personas estamos conectadas con todas en este mundo.
[1] Cf. p.ej. el Congreso Internacional en noviembre 2017 organizado por el Vaticano: "Perspectivas de un mundo libre de las armas nucleares y para un desarme integral".
¿Qué queremos como comunidad cristiana finalmente?
Sin duda alguna en la comunidad cristiana, en la Iglesia, nos encontramos en estos tiempos cruciales ante un momento histórico que exige grandes decisiones. Vivir de modo tibio, aceptando la crispación creciente, la falta de respeto, la indiferencia moral, seguir la retórica bélica y las "profecías" de estos nuevos mesías del populismo barato con fuertes rasgos demagógicos, o bien seguir a Jesucristo y su Evangelio, desarrollar una resistencia activa y pacífica para combatir "esta noche que atraviesa la humanidad". Esta es la decisión al fondo. Como humanidad y como creyentes cristianos "tenemos que llevar el agua de la fraternidad" a un mundo enfrentado, dividido, inundado por el caos moral [2].
Así, no se trata solamente del idealismo y los valores del Evangelio que deben guiarnos, sino también del realismo. A mi parecer en este idealismo-realismo hay que trabajar por una colaboración entre la Iglesia y las otras religiones -diálogo Interreligioso-, la sociedad civil, la política y la ciencia, y priorizar juntos, en un clima de confianza y de mutuo respeto, el bien común, los derechos fundamentales, la libertad religiosa. En el mismo contexto plural hay que desarrollar los criterios de una nueva economía más humana y más ética que, como una de las condiciones imprescindibles y más importantes, necesita la abolición de las armas nucleares.
Esencial en esta dinámica es combatir el miedo al futuro. Actuar ahora, hacer el bien ahora y solamente así, actuando ahora se creará un nuevo futuro. El Santo Padre, en un diálogo con el psicólogo y pensador italiano Salvo Noé subraya una cosa esencial al respecto: "la voz del enemigo nos distrae del presente y quiere que nos centremos en los miedos del futuro o en las tristezas del pasado" [3].
Finalmente, el teólogo y sacerdote checo Tomas Halik escribió un texto impresionante, una introducción espiritual para la apertura de la "Asamblea Continental de la Sinodalidad" [4]. Seguramente nos sirve de reflexión para darnos cuenta de nuestra gran responsabilidad como creyentes cristianos y para afrontar nuestros miedos y evitar que nos paralicen, y que tantas amenazas permanezcan en nuestro mundo, entre ellas, la amenaza nuclear:
"Jesús no contestaba a la pregunta de Pilato con una teoría, con una ideología, o con una definición de la verdad. Pero Jesús revelaba la verdad en lo que está ocurriendo, en lo que es vivo y personal. Solamente Jesús puede decir: "Yo soy la Verdad " y a la vez decir :" Yo soy el camino y la vida". Una verdad no vivida no es un camino, sino más bien es una ideología, una mera teoría. (Entonces) la ortodoxía debe ser combinada con una ortopraxis, con la acción correcta. Y no tenemos que olvidar la tercera, más profunda dimensión para "vivir en verdad". Esta dimensión es la ortopatía, la pasión correcta, el deseo y la experiencia interior – la espiritualidad-. Antes que todo es a través de la espiritualidad, la experiencia espiritual de creyentes individuales y de toda la Iglesia, como el Espíritu nos introduce gradualmente en la verdad. Estas tres dimensiones - ortodoxía, ortopraxis y ortopatía – se necesitan mutuamente".
Aplicando lo que nos dice Halik toda la acción de la Iglesia ganará en credibilidad y en autenticidad y tendrá sus grandes frutos en la Iglesia y la sociedad. Sin duda también para el desarme nuclear.
Nadie, ningún político o partido político, ningún régimen debe tener tanto poder para determinar el futuro de la humanidad. La abolición radical de las armas nucleares es la mejor garantía de que estas armas de destrucción masiva no se utilizan nunca. No perdamos la esperanza, ni la confianza de que nuestro tiempo entre en la historia como una era de cambio fundamental hacia un nuevo respeto por la vida y el planeta, una era donde se establezca una vida digna, una era en la que no haya sitio para las armas nucleares.
Ton Broekman, grupo desarme CGJP , JP Palencia
[2] cf. Discurso papa Francisco, Bahrein, noviembre 2022.
[3] Salvo Noé, El Papa Francisco dialoga con Salvo Noé. El miedo como don, Madrid 2023
[4] T. Halik, "Asamblea Continental de la Sinodalidad" en Praga, del 5 al 9 febrero de 2023. (Nota: La traducción desde el inglés es mía)