¿Feliz Navidad?
La felicidad es un estado de bienestar general que resulta de una
combinación de sentimientos de alegría, satisfacción y propósito en la
vida. Se relaciona con la armonía con uno mismo y con los demás,
nuestras creencias y nuestros valores.
Pero, ese estado de felicidad será importante para mí en la medida
en que lo sea el hecho o situación con que se vincula, en este caso, la
celebración de la Navidad.
Y… ¿QUÉ OCURRE EN NAVIDAD?...
1. Por una parte, celebramos el nacimiento de Jesús. Y si esto es así, la pregunta inicial que acabamos de plantear nos lleva a otra pregunta mucho más importante: ¿Quién es Jesús para mí?... ¿Qué importancia tiene en mi vida? Como cristiano, Jesús me importa porque me enseña a vivir con sentido. «Sus criterios y sus valores son lo mejor que he encontrado». Y desde esta perspectiva, la Navidad cobra todo su sentido porque estamos celebrando que "Dios está con nosotros". Y esto sí que es importante. Desde este sentido profundo, esto sí que merece celebrarse y prepararse por todo lo alto.
2. Por otra parte, es tiempo de oropeles consumistas y de liturgias como las fiestas de fin de año y Reyes vividas con poco fundamento. El materialismo ha logrado una fiesta navideña que envuelve el Becerro de oro en celofán de colorines. Con tanto ruido consumista, el sentido navideño cristiano queda desdibujado. Un niño sin sitio en las posadas para nacer que llega al mundo en una cueva para animales: Dios hecho uno de nosotros que viene por amor dando Vida a nuestra vida, en un proceso de banalización cede, cada día, mayor espacio a los regalos o las comilonas.
3. Por ello, la Esperanza, la Paz, la Alegría y el Amor con que hemos querido caracterizar este tiempo de Adviento, deberíamos acompañarlos de algunas gotas de reflexión que sirvan de contrapunto a la superficialidad que hoy caracteriza a la celebración navideña:
- Enfrascados en un desparrame socioeconómico incontenible, del que el consumismo es su punta de lanza, un consumismo que en Navidad cobra mayor dimensión gracias al buenismo colectivo que nos invade, este nos debería servir para confrontar la celebración del nacimiento de Jesús con la fiesta como celebración de la vida.
- Contemplemos con un gran sentido crítico esta deriva social. Asumamos el papel oxigenante de la fiesta y promovámosla como experiencia saludable abriendo un proceso real de reflexión coincidente con iniciativas transformadoras en marcha como la acogida de inmigrantes, el ecologismo, el feminismo, que han de confluir en un nuevo imaginario social de austeridad.
- Esta debe ser una fiesta para vivir la solidaridad, la alegría y las ganas de vivir juntos en un mundo digno de compartir.
- Es evidente que todos tenemos una voluntad clara en estos días de disfrutar de valores más profundos que la pura diversión festiva (y no necesariamente negativa), como ingrediente añadido a la enjundia de la fiesta. El amor a la familia, el espíritu de fraternidad y de conciliación, los buenos deseos hacia amigos, compañeros o vecinos son elementos saludables de convivencia que las fiestas incitan de forma positiva, y que una sociedad tan competitiva y asfixiante nunca debe despreciar. Con solo eso ya la Navidad cumple un papel interesante y útil sociológicamente.
- No obstante, la orientación egocéntrica que el sistema económico reinante nos ofrece, tiene en cualquier caso más fuerza de atracción que la vivencia ética o religiosa que nos inspira. Y ahí está el cariz frívolo de la realidad de estas celebraciones. Y por eso tampoco basta con realizar gestos ocasionales de caridad o de asistencia propiciados por el ambiente buenista que circunda estos momentos de eclosión humanista. Así nos preguntamos:
¿OTRA NAVIDAD ES POSIBLE?
La situación de Palestina sometida al Imperio romano y gobernada por dictadores a su servicio, el nacimiento de Jesús en una familia que tiene que refugiarse en un establo donde da a luz su madre María, la emigración en condiciones de total desprotección, la encarnación de Dios no en una persona perteneciente a la realeza, sino en un niño nacido en una familia empobrecida, el anuncio del mensaje de paz comunicado a los pastores en medio de la violencia colonial impuesta por la "Pax Romana" en los territorios ocupados deberían ser argumentos para una reflexión que de sentido a una celebración de la Navidad lejos de centrar dicha celebración en las cenas y los regalos.
La situación actual dibujada con trazos de imperialismos, colonialismos, guerras que afectan a 56 países y en las que están implicados 92, violencia contra los niños, las niñas y las mujeres hasta el feminicidio y el infanticidio, brechas de la desigualdad cada vez más profundas, desahucios, personas inmigrantes, refugiadas y desplazadas a quienes se les niegan la ciudadanía y los derechos fundamentales, familias con todos los miembros en paro, coincide con el disparo del gasto abusivo en las familias y en las instituciones públicas y la imagen de muchos de los productos alimenticios que terminan en la basura. Todo ello pide a voces una toma de conciencia apoyada en el mensaje que nos da el nacimiento de Jesús.
El exceso en la iluminación de las calles, las plazas y los edificios oficiales del centro de las ciudades impide ver la oscuridad de los barrios marginados y apaga las luces de la inteligencia para alienar a la ciudadanía. La algarabía de las fiestas no deja escuchar el grito de las personas más vulnerables, de los colectivos empobrecidos y de los pueblos oprimidos que piden "pan, trabajo y techo".
Diríamos más, y creemos no equivocarnos: la Navidad se ha convertido en opio del pueblo, comercialización de lo sagrado y mercantilización de la vida.
Llegado aquí, nos preguntamos: ¿es posible recuperar el sentido originario del nacimiento de Jesús? Creemos que sí, aunque sea difícil, dos son, a nuestro juicio, los aspectos a recuperar:
- El primero es la humanización de Dios en la persona de Jesús de Nazaret, cuyo principal atributo es la compasión con las víctimas hasta identificarse con sus sufrimientos.
- El segundo es la ubicación de Jesús no en la esfera divina y celeste, sino en los márgenes de la sociedad, donde nació, vivió y murió. La celebración de su nacimiento es, la memoria de las víctimas y de los perdedores de la historia, no la conmemoración de los éxitos de una mega-estrella o de las conquistas de un triunfador. Un nacimiento que hace una llamada a rehabilitar a las víctimas, a devolverles la dignidad que les ha sido arrebatada y a practicar la solidaridad.
Conforme a esta lógica creemos que ¡OTRA NAVIDAD ES POSIBLE Y NECESARIA! DE TI DEPENDE QUE SEA REAL.
Justicia y Paz Sevilla

