Genocidio en Palestina: compromiso con la esperanza desde la noviolencia del Evangelio
Desde la Comisión General de Justicia y Paz, conscientes de que el silencio nos hace cómplices, tuvimos una presencia física, aunque fuera simbólica y mínima, en la despedida de la flotilla por la Paz que zarpó del puerto de Barcelona el pasado día 31 de agosto. Con ello apoyamos estos actos por la paz, como lo hicieron algunos obispos en sus homilías y redes sociales ese mismo día.
La sociedad civil, con claridad y sin cortapisa, ante el escandaloso silencio y connivencia de quienes nos gobiernan, del mundo financiero y de la industria armamentística, que se engrasa con sangre, ha optado por no ser cómplice con su silencio e inacción.
No es la primera vez que Justicia y Paz, con fidelidad a los valores evangélicos y a nuestra misión profética, nos hemos posicionado ante este genocidio [1], mal llamado guerra, y no podremos callar hasta que se logre la justicia y la paz en las tierras palestinas. Por eso, desde hace ya meses, en nuestra web mantenemos un mensaje haciendo un llamamiento por la paz en Palestina como primera imagen.
Somos conscientes de que eso no basta. Por eso, nos unimos y convertimos en presencia y apoyo en tierra firme de las personas que navegan hacia Gaza, arriesgando su vida para abrir corredores humanitarios, ofreciendo sus cuerpos y sus vidas como únicas armas de defensa. No puede haber amor más generoso que dar la vida por otras personas.
Por eso, son necesarias nuestras voces y apoyos. En el rostro de cada gazatí y de cada una de esas 300 personas de la flotilla está también el nuestro, ansiando con ellas una tierra de paz y justicia.
No bastan, aunque son necesarias, proclamaciones por la paz. Se nos reclaman, ¡ya!, gestos concretos, salir afuera, acuerpar iniciativas cimentadas en los valores del evangelio, mediante la defensa popular noviolenta, y liderarlas junto con la sociedad civil.
Se están multiplicando otras muchas acciones y alzándose muchos movimientos y voces a las que se nos invita a sumarnos. Porque el Dios a quien seguimos no permanece indiferente ante el sufrimiento humano: "He oído el clamor de mi pueblo y voy a liberarlo" (Ex. 3,7 y siguientes).
El grito de "¡Palestina libre! es un grito contra el genocidio, la violación sistemática de los derechos humanos, el exterminio y la ocupación ilegal de los territorios de un pueblo cada vez más al borde de la extinción. No es posible la paz sin justicia, por eso, es precisa la devolución de los territorios ocupados por Israel ilegalmente, ocupación contraria al derecho y acuerdos internacionales, así como reconocer el derecho de un pueblo a existir y a no ser dominado, el respeto a sus decisiones de movilidad y a su propia gestión, autonomía y determinación política, social, cultural, económica y administrativa. Sólo así se protegen los derechos humanos en la región.
Como entidad eclesial, creada a raíz del Concilio Vaticano II para velar por la justicia y la paz desde criterios y principios evangélicos, junto a las diferentes iniciativas que trabajan por el fin de la violencia condenamos indiscutiblemente el terrorismo ejercido por Hamas, pero no podemos permanecer en silencio ante la desproporción y la crueldad de la respuesta de Israel perpetrando un genocidio contra una población indefensa a la que se está exterminando con sofisticadas armas de las que la población no puede huir y matando a inocentes de sed y hambre.
Invitamos a la comunidad cristiana a unirse activamente a cualesquiera de estas múltiples manifestaciones y actos no violentos. Muchos hilos pequeños pueden tejer sólidas esperanzas y el logro del fin de la violencia.
Comisión General Justicia y Paz
[1] Israel ha cometido genocidio en la Franja de Gaza. Noticia ONU.