Habemus papam

08.05.2025

León XIV, misionero agustino norteamericano, con mucha experiencia del Norte y del Sur, y compañero de pupitre en Roma de Miguel Ángel Sánchez, gran secretario general de la Comisión General de Justicia y Paz de España.

La elección del misionero agustino norteamericano, ahora conocido como León XIV, ha generado una ola de expectación y análisis dentro y fuera de la Iglesia católica. Su procedencia, su trayectoria y las primeras declaraciones tras su elección ofrecen una visión del rumbo que podría tomar su pontificado, conectando con figuras históricas clave en la vida de la Iglesia y las prioridades de su predecesor, el papa Francisco.

La elección del nombre "León XIV" no parece casual. Evoca inmediatamente la figura de León XIII, cuyo pontificado a finales del siglo XIX marcó un hito con la publicación de la encíclica Rerum novarum, la piedra angular de la Doctrina social de la Iglesia en la Edad Contemporánea. Esto sugiere una posible continuidad o un renovado énfasis en la justicia social, la defensa del mundo del trabajo, la opción por el trabajo decente en síntonía con san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco así como la búsqueda de soluciones a las desigualdades del mundo actual.

Además, el nombre remite a León I el Magno, un papa del siglo V conocido por su valentía al negociar con Atila, el líder de los hunos, que logró preservar la paz para Roma. Esta conexión histórica podría interpretarse como un deseo del nuevo pontífice de ser un constructor de puentes y un artífice de la paz en un mundo marcado por conflictos.

En sus primeras palabras desde el balcón de San Pedro, León XIV ha centrado su mensaje en la paz, describiéndola como "desarmada y desarmante". Esta visión de la paz, que subraya la necesidad del desarme, se fundamenta en la justicia. Resuena con las preocupaciones contemporáneas sobre la violencia, los conflictos armados y la urgencia de construir sociedades más equitativas. Su énfasis en la paz expresa una comprensión profunda de que la verdadera paz no es solo la ausencia de guerra, sino el fruto de relaciones justas y equitativas entre las naciones y dentro de ellas.

Otro aspecto crucial de su discurso inicial ha sido la referencia a la sinodalidad. Elegido por el colegio cardenalicio, guiado por el Espíritu Santo, para continuar los caminos que transitó el papa Francisco, León XIV señala una voluntad de seguir la senda de una Iglesia más participativa, donde la escucha mutua y el discernimiento comunitario sean fundamentales. Esta mención a la sinodalidad alimenta la esperanza de que las iniciativas y los procesos impulsados por Francisco, como la reforma de la Curia Romana y la mayor inclusión de las voces de la periferia, seguirán adelante. La expectativa de que León XIV continúe apoyando a los movimientos populares, apostando por el trabajo decente y los derechos humanos, el respeto a la migración, la integración de las personas descartados, el desarme, la justicia y la paz, se basa en esta promesa de continuidad.

El lema episcopal de León XIV, "In illo uno unum" ("En aquel uno, uno"), ofrece una clave adicional para comprender su visión. Esta frase latina subraya la importancia de la unidad en la diversidad. Este es el origen de "Enlázate por la Justicia" y refuerza el compromiso con la acción conjunta y la colaboración para abordar los desafíos globales de nuestro mundo. En un planeta marcado por la fragmentación y la polarización, este lema resuena como una llamada a la reconciliación y a la construcción de lazos de solidaridad.

Su experiencia como religioso agustino también moldea su perfil. La vida en comunidad es un aspecto central de la vida religiosa. Además, como seguidor de San Agustín de Hipona, el gran padre de la Iglesia Occidental, un pensador profundo que desarrolló la profundidad de la personalidad humana, podemos esperar de León XIV una sensibilidad hacia las complejidades de la experiencia humana y una comprensión de la importancia de la vida interior y la reflexión personal en el camino de la fe.

En definitiva, la elección de León XIV, un misionero con una profunda admiración por el papa Francisco, abre un nuevo capítulo para la Iglesia católica. Su nombre evoca un legado de justicia social y de búsqueda de la paz, sus primeras palabras enfatizan la necesidad de una paz desarmada y la continuidad del camino sinodal, y su lema episcopal subraya la importancia de la unidad en la diversidad. Miramos con interés máximo y con el deseo de participar cómo este nuevo pontífice guiará a la Iglesia en la búsqueda de unidad, justicia y paz en los años venideros.

Comisión General Justicia y Paz