La comunidad cristiana y la hermandad universal

02.02.2022

El próximo 4 de febrero se celebra el Día Internacional de la Fraternidad Humana y ocho meses después, el 4 de octubre, el día de San Francisco de Asís. Se podría afirmar que existe mayor conexión de lo que parece al estar unidas ambas fechas por el mismo número.

Francisco de Asís, en quien el Papa se inspira para su pontificado, es llamado el hermano universal. Al inicio de la Edad Media, en Asís, comenzó a llamar hermano a quienes se encontraba por el camino: el hermano sol, la hermana agua, el hermano viento, los hermanos leprosos y el hermano lobo... Algunos relatos dicen que hasta caminaba con mucho cuidado para no pisar a las hermanas hormigas.

Parece una exageración esto último, pero Francisco vivió una profunda conversión que le dio la sabiduría de la sencillez para descubrir que todo está conectado, como nos dice Laudato Si', al llamar hermano y hermana a todo lo creado nos anticipó lo que ha dicho el Papa: "Siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde" (LS, 89). Leyendo con detenimiento este extracto ya no parece tan exagerada la actitud y el cariño hacia todos los seres de la naturaleza. Realmente sin el hermano sol, por ejemplo, no podríamos habitar el planeta Tierra o sin la hermana agua, ni tú ni yo podríamos existir.

Hablar de los otros seres vivos, que no son humanos, como hermanos, en el día de la fraternidad universal puede parecer una contradicción, pero precisamente una nueva conciencia para este tiempo nos invita a replantearnos unos esquemas que, hasta ahora, nos han servido para nuestra vida, aunque no para el planeta y la vida humana. Porque ya no podemos pensarnos como seres aparte, separados, en situación privilegiada por ser la especie pensante. La pandemia nos ha demostrado que nuestras falsas seguridades se vienen abajo con un virus diminuto que no piensa. Se trata de ampliar el círculo de nuestros conceptos, generar nuevas nociones, descubrir la novedad de una nueva forma de relación y conexión.

Nos antecede una etapa donde el hombre, blanco y europeo, representaba al progreso, donde el desarrollo no tenía límites y todo debía estar al servicio de nuestro progreso. Ya se ha dicho mucho sobre la mala interpretación de dominar y someter la creación. Ojalá que dentro de unos años podamos hablar de esa época con una nueva conciencia. Una, que brota de nuestra vulnerabilidad, de la necesidad de cuidados que tenemos todos los seres, de la interdependencia que nos liga a una fraternidad más amplia.

Esta comunión universal no tiene categorías, porque cada ser vivo tiene su lugar en la creación. Al contrario, abre el corazón con un respeto sagrado ante la vida. Y no como alguien cercano a quien tengo a mi lado, sino que soy yo el invitado, la invitada, a hacerme un prójimo de los otros, así continúa la Laudato si' en Fratelli tutti, los demás no son prójimos a quien debo ayudar, sino que soy yo quien hago el camino de ida y me hago un hermano, una hermana.

Por supuesto que no puede ser real un sentimiento de amor y cariño hacia la creación si a la vez estoy cerrada en la relación con personas concretas, reales y próximas. Por tanto, una nueva conciencia de fraternidad se deja conmover por cualquier ser humano que habita esta hermana tierra y es tan radical esta fraternidad que no se trata de excluir la naturaleza o los seres humanos, sino es la creación con los seres humanos dando un paso más. Solo hay dos tipos de personas, nos dice Fratelli tutti: las que pasan de largo o las que se hacen cargo, parafraseándolo podríamos decir que hay dos formas de hacernos personas hermanas, quienes pasamos de otras o quienes miramos con ojos de corazón. Dice Leonardo Boff que necesitamos mirar con la emoción porque no es lo mismo decir "hay un herido en el camino" que "mi hermano está herido en el camino" cambia totalmente la forma en que responderemos ante esa persona cuando yo me hago hermana de él, cuando me hago hermano de esa persona.

Una nueva forma de relación está al alcance de todo el mundo; no hay requisitos, ni condiciones para afiliarse, como si de un contrato se tratara; no tiene letra pequeña, ni engañosa, aunque para quienes nos llamamos cristianos contiene una obviedad: el Evangelio; porque ha sido Jesús, nuestro hermano mayor, quien comenzó hace muchos siglos atrás esa pequeña comunidad de hermandad que hoy llamamos Iglesia.

Mª Iraida Meza
Justicia y Solidaridad, CONFER