La Navidad vista desde Cáritas

24.12.2021

Vivir la Navidad desde la perspectiva de la persona satisfecha, poderosa, sana, libre, digamos que es como, "ir de sobrado". La Navidad en cristiano es otra cosa, y cualquiera puede entenderlo aunque no lo sea. Quienes primero debemos vivir la Navidad, en serio, claro está, somos los creyentes cristianos, en el sentido de que, debemos renacer (nacer de nuevo) a los fundamentos y valores del evangelio de Jesús, el Dios-con-nosotros (Emmanuel) todos los días.

En Caritas las personas cristianas tenemos un observatorio único que, a la vez que nos adentra a un mundo duro, difícil, reflejo de lo que es triste y feo en nuestras vidas ordinarias, también nos muestra la solidaridad y el empeño de muchas gentes buenas. Es como un espejo de nuestro vivir en un mundo doliente (personas encarceladas, pobres, vulnerables, drogadictas, enfermas mentales, ancianas frágiles...) y que fatiga a cualquiera, junto a tantas organizaciones, servicios públicos y entidades religiosas y laicas empeñadas en dar lo mejor de ellas, que nos llena de alegría.

En este sentido os propongo un camino para vivir esta Navidad con un significado profundo. Lo primero de todo es, romper fronteras entre lo que es nuestro y lo que es del resto, romper trincheras entre las personas de aquí y las de allí y defender la común dignidad de todo ser humano y la fraternidad consecuente, el bien común. Debemos ser quienes primero colaboran en la solución de los grandes y graves retos de la humanidad (el hambre, la pobreza, las diferencias que generamos, los desencuentros religiosos y culturales...).

Lo segundo es, manifestar, que queremos acompañar y sanar a quienes sufren y son víctimas de esta sociedad que a tanta gente margina y mata. En esto consiste básicamente ser Iglesia en salida, según el papa Francisco. Nuestro empeño debe centrarse en defender e incluir a los seres humanos que la sociedad desecha y descarta Y, simultáneamente, proponer estilos de vida alternativos a esta sociedad inhumana. Si hacemos práctica continua esta tarea, nos llevará seguro a ser un pueblo nuevo.

Ahora bien. Esto conlleva un precio, pues cuestiona el estilo de vida impuesto por la sociedad consumista: el precio de entender que el tiempo del ser humano y del mundo es limitado, como limitados son sus recursos, de ahí que haya que cuidarlos; el precio de comprender que la sostenibilidad de nuestra vida exige que nos hermanemos con la naturaleza, a la que tutelamos; el precio de entender que hay noche y día, días festivos y laborables y que trabajamos para vivir, no vivimos para trabajar (el día festivo no es un día de descanso, de puesta a punto de la máquina para volver al trabajo, sino más bien al contrario: el día festivo es el que da sentido al trabajo), de ahí la necesidad de una vida sobria y austera; el precio de comprender que el mundo es de la humanidad, que las respuestas han de ser globales porque las preguntas también lo son.

De esta doble tarea de defender e incluir a quienes la sociedad desecha y descarta y, simultáneamente, proponer estilos de vida alternativos a esta sociedad, viene el tercer reto: ayudar a recuperar una verdadera conciencia humanitaria, compasiva y misericordiosa ante tanto drama humano y social que encontramos. Solamente así ayudaremos al mundo a tomar conciencia de que la cuestión decisiva hoy es la supresión del sufrimiento humano, tal y como hizo Jesús en su vida. Y esta tarea no es exclusiva de creyentes sino que requiere la colaboración global.

Por eso mismo, nos atrevemos a proponer la Navidad, como práctica del gran principio cristiano que afirma que, lo más importante de todo es la Caridad, el Amor desinteresado (Deus caritas est). Solo actuando y manifestándonos así asumiremos realmente este reto y estableceremos el principio de vida que recibimos con estas fiestas: la caridad es la condición de toda verdad. Eso evitará que nos instalemos en el reino de la abstracción y nos mantendremos en referencia constantemente a lo concreto y real de las personas para socorrerlas y ayudarlas en sus procesos sanadores y liberadores.

Xabier Andonegi Mendizabal, consiliario de Cáritas Guipuzkoa