Las fronteras que quedan por cruzar

17.12.2021

Reflexiones en torno al Día Internacional del Migrante

Algunas claves para situarse:

En estos días de Adviento, una de las canciones que más se escuchan es "La Virgen sueña Caminos", de Carmelo Erdozain. Es una canción sencilla pero llena de frases "sonorosas", como diría San Juan de la Cruz. En una de sus estrofas habla de que la estrella vendrá "con todos aquellos que quieran cruzar fronteras".

El 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, y el lema escogido por la Organización Internacional de las Migraciones es: "Aprovechar el potencial de la movilidad Humana". Un lema, en mi opinión tan bienintencionado como desafortunado, que vuelve a poner el énfasis en el utilitarismo. El vídeo que explica esta campaña transmite el siguiente mensaje: "Dado que los inmigrantes han sido esenciales para mantener nuestros servicios y nuestras infraestructuras, no es justo que no les atendamos y que se les criminalice y margine a partir de informaciones poco rigurosas". Mensaje no muy diferente de aquel otro tan extendido: "los emigrantes son los que van a cuidar de los mayores y garantizar nuestras pensiones, así que permitamos su presencia porque son necesarios".

Las personas migrantes no son moneda de cambio de nada ni lo son las personas refugiadas.  Los gobiernos no hacen nada extraordinario ni heróico garantizando unas condiciones de vida a unas personas que, por el hecho de serlo, son titulares de derechos inalienables, tal y como afirma la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se conmemoraba el pasado día 10 de diciembre.

Es en muchas ocasiones, el reverso del modelo económico neoliberal el que hace insoportable la vida de millones de personas en sus países y les empuja a salir hacia otros destinos. El turismo se hace por gusto, la migración en general, no.

La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) recuerda en su último informe que hay 281 millones de migrantes en el mundo, de los que 164 millones serían personas que trabajan.  Esta misma organización, a través de su proyecto "missingmigrants Project" (proyecto de los migrantes perdidos), detalla que 45.513 personas migrantes han perdido la vida intentando llegar a su destino desde 2014. Por regiones, el Mediterráneo tiene el dudoso honor de ser la mayor fosa común con 22.591 decesos, seguido por África con 10.801 personas muertas. En este área ocupa un lugar muy destacado la llamada "ruta canaria".

Con estos datos, ya no cabe cerrar los ojos ante una realidad que la Unión Europea y sus Estados miembros se empeñan en no querer ver. En estos ámbitos, la migración procedente de los países del "Sur" es vista como un hecho profundamente incómodo con el que "hay que bregar". Por más que se esfuercen estas instituciones en edulcorar sus políticas con frases y declaraciones que se enmarcan dentro de la corrección política. Los hechos demuestran tozudamente lo contrario. No existe ni una sola iniciativa de la Unión Europea que no esté transida por la desconfianza y el temor hacia aquellos otros que puedan alterar unos supuestos valores comunes europeos en los que se basaría una común identidad europea,

Esta desconfianza y temor se extiende a buena parte de la ciudadanía que, en un contexto de creciente precariedad y confusión agudizados por la Pandemia, calla y, por tanto, acaba otorgando.

2. No sólo las personas migrantes tienen que cruzar fronteras

La ciudadanía, la Iglesia, quienes ejercen responsabilidad política y económica tienen también que cruzar determinadas fronteras para poder ser verdadera "tierra de acogida", para ser "más pueblo" y así garantizar adecuadamente los derechos de las personas migrantes. La tarea no es, sin embargo, sencilla.

  • La Iglesia debe cruzar fronteras: Es necesario asumir que en la Iglesia no existe una sensibilidad común ante la migración. Junto a posturas fuertemente comprometidas con los derechos de las personas migrantes, existen posturas muy paternalistas y también racistas más o menos encubiertas. Ello se da tanto en fieles como en los pastores, en los centros educativos como en los medios de comunicación No hay, por consiguiente una identidad común eclesial respecto del hecho migratorio, que sigue siendo muy controvertido en su seno por mucho que el papa Francisco recuerde a tiempo y a destiempo el camino a seguir desde el Evangelio.
  • Las fronteras que tiene que cruzar la ciudadanía: Los derechos de ciudadanía no son una herencia inalterable, requieren una actualización que debe hacerse día a día a través de acciones positivas, a través de gestos que reivindiquen que el ser ciudadano, el ser ciudadana se asienta en el profundo respeto por el prójimo. Una actualización que pasa por el modo de consumir, por el respeto al medio ambiente, por el ejercicio, el respeto y la reivindicación de los derechos humanos que no son otorgados ni graciables sino inherentes a todos y a todas. Todo ello repercute en la migración. Pero para que esa actualización se produzca es necesario que exista una conciencia y una educación en esos derechos empezando por las familias, siguiendo por las escuelas, continuando por los medios de comunicación y finalizando en los responsables de decidir e implementar políticas. Una respuesta dignificadora a la migración y a las personas migrantes es directamente proporcional a un ejercicio efectivo de los derechos ciudadanos.
  • Las fronteras que tiene que cruzar la economía: Que no se puede servir a Dios y al dinero ya nos lo decía bien claro Jesús de Nazaret (Mt 6,24) y no sólo lo dijo sino que lo demostró a lo largo de una vida marcada por signos inequívocos que le llevó al poste de la cruz. El pensamiento neoliberal nos recuerda, con su ingente producción de "descartables" muchos de los cuales son migrantes, lo inapelable de su veredicto, y ante esto no cabe mirar para otro lado. Como bien afirmaba Arcadi Oliveres. Es necesario abolir el capitalismo porque es un sistema perverso que mata vidas. Un sistema injusto y asesino que está detrás de la inmensa mayoría de las muertes de migrantes en el camino a un futuro mejor. Un sistema que está detrás de las condiciones de explotación en que también viven muchos migrantes en los lugares de destino.

3· Justicia y paz ante las migraciones

Justicia y Paz, como entidad de Iglesia, se encuentra profundamente comprometida con los derechos de las personas migrantes y como tal busca ayudar a que a la Iglesia y a la ciudadanía les sea posible cruzar esas fronteras. Abogando también por un orden económico más justo. En este sentido participa en la Red Migrante con Derechos, en la Federación de Asociaciones para la Promoción y Defensa de los derechos Humanos, en la Plataforma por los derechos de los inmigrantes en situación irregular en Europa (PICUM), y en las plataformas "Tejiendo Redes contra la Trata" e "Iglesia por el trabajo decente".


Emilio José Gómez Ciriano. Responsable de Derechos Humanos de Justicia y Paz