Beatificaciones mártires del Quiché. Entrevista del diario Avvenire de la Conferencia Episcopal Italiana a Fernando Bermúdez

23.04.2021

Comparto con Justicia y Paz esta entrevista. El viernes 23 de abril serán beatificados diez mártires de El Quiché (Guatemala), de los cuales 3 son sacerdotes de origen español y 7 son catequistas indígenas. A dos de estos catequistas, Reyes Us y Nicolás T. Castro, tuve la dicha de acompañarles los últimos meses de su vida, después de que se cerrara la diócesis de Quiché,

Preguntas

1) ¿Qué significa para la Iglesia la Beatificacion de los martires del Quiche?

2) ¿Por qué en Guatemala, un pais mayoritariamente catolico, se asesinaban curas y catequistas?

3) Un recuerdo personal de Reyes Y Nicolas

4) ¿Puede describirme el clima del Quiche de aquel tiempo?

5) ¿Cómo vive Guatemala y America Latina la beatificacion?

  1. Es un motivo de esperanza y de alegría, pues estos mártires fueron tachados por el Gobierno y el Ejército guatemalteco como delincuentes subversivos, cuando en verdad fueron personas que, motivadas por su fe en Jesucristo, buscaban la justicia y el bien de sus comunidades. Ahora, con su beatificación, se les reconoce su dignidad y su amor por los demás. En una palabra, es un reconocimiento de su santidad, porque la esencia de la santidad es el amor, pues dice Jesús: Nadie tiene mayor amor que aquel que entrega la vida por lo demás. Y en las Bienaventuranzas Jesús dice también: Alegraos, porque será grande la recompensa que recibiréis en el cielo (Mt 5,12).
  2. En otros tiempos y lugares los perseguidores de los cristianos fueron los ateos. Sin embargo, en América Latina, y concretamente en Guatemala, los perseguidores se confesaban cristianos. La razón está en que el poder económico y el imperio estadounidense no vieron con buenos ojos los planteamientos pastorales que la Iglesia había asumido en la Conferencia de Medellín. Y a partir de entonces desplegaron una campaña negra contra la Teología de la Liberación, calificándola de marxista. Sin embargo, no era marxista, sino fidelidad a las exigencias del Evangelio y a la Doctrina Social de la Iglesia. La opción por los pobres se convirtió en un riesgo en un país de grandes desigualdades sociales. Un obispo decía: "Cuando yo doy limosna y ayudo a los pobres me llaman santo, pero cuando señalo las causas de la pobreza me llaman comunista". La persecución no fue dirigida contra todos los sacerdotes, obispos y catequistas, sino contra aquellos que, como consecuencia de su fe, se comprometieron en la búsqueda de la justicia social y defensa de los derechos humanos, particularmente de los más empobrecidos, así como hizo Jesús.
  3. Recuerdo a Reyes Us y a Nicolás Castro con entrañable admiración y ternura. Transcribo el testimonio que de ellos guardo: Durante el gobierno militar del general Lucas García en Guatemala, los sacerdotes de la parroquia de Uspantán, departamento de El Quiché, fueron expulsados. Su delito, defender la dignidad de los campesinos indígenas históricamente marginados y reprimidos. Tres sacerdotes españoles, Faustino Villanueva, José María Gran y Juan Alonso Fernández, misioneros de Sagrado Corazón, fueron asesinados. El obispo Juan Gerardi sufrió amenazas de muerte. Los militares prohibieron a los catequistas reunirse en sus comunidades para celebrar la Palabra de Dios.  Ante la represión gubernamental tanto en Quiché como en Alta Verapaz, en algunas aldeas los catequistas enterraron en su propia casa la Biblia, envuelta en una bolsa de plástico por temor a que el ejército los identifique. Sobre ella colocaron flores y una veladora. Por las noches se reunía la familia con algunos miembros de la comunidad para orar sobre la Biblia enterrada y entre todos resucitaban la Palabra de Dios, recordando algunos textos bíblicos. La Biblia fue considerada por las fuerzas gubernamentales como un libro subversivo y comunista. Los catequistas de Uspántán y Chicamán, al norte de Quiché, dijeron: "Si no nos dejan reunirnos en el oratorio para celebrar la Palabra de Dios, lo vamos a hacer en la montaña o de noche en nuestras casas". E insistían: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Dijeron también: "Ahora más que nunca necesitamos el Cuerpo de Cristo para que nos dé valor y fuerza". Entonces, simulando que iban al mercado de San Cristóbal Verapaz, donde yo era párroco, del vecino departamento de Alta Verapaz, caminando más de 35 kilómetros a pie, acudían a mi parroquia, para llevarse la comunión a sus aldeas y distribuirla en la celebración de la comunidad. Entre estos catequistas destacan Nicolás Castro, originario de una aldea de Chicamán y Reyes Us de Uspantán. Un día se presentaron en mi parroquia de San Cristóbal Verapaz y con timidez me dicen: "Usted perdone, Padre, usted sabe lo que estamos sufriendo en nuestras comunidades. Nosotros queremos el Cuerpo de Cristo, pero si nos descubre el ejército o los escuadrones de la muerte nos mataría. Por eso aquí traemos unas tortillas de maíz secas para que nos coloque las sagradas hostias entre ellas y también una pequeña cajita de plástico, que esconderemos entre el maíz". Al ver la fe de aquellos hombres, se me hizo un nudo en la garganta y no pude responderles. Tomé las tortillas de maíz y el recipiente plástico y me los llevé al altar. Después de la celebración eucarística fui colocando ocho o diez hostias entre tortilla y tortilla y llenando el pequeño recipiente. Los envolví en un pañuelo grande y se los entregué. Con un profundo respeto y veneración aquellos buenos hombres tomaron las sagradas hostias, las guardaron en su morral, oraron en silencio y emprendieron el regreso a sus aldeas. Una jornada a pie, al otro lado del río Chixoy. El 29 de septiembre de 1980, por la noche, unos hombres golpearon la puerta de la casa de Nicolás y, al no obtener respuesta, la derribaron. Entraron dentro e intentaron llevárselo, pero él se defendió agarrándose fuerte al horcón de su humilde casita. Sabía que si se lo llevan es para torturarlo y obligarlo a delatar los nombres de los demás catequistas de la zona. Ante la imposibilidad de sacarlo, uno de aquellos hombres le dispara tres tiros y se marchan. Nicolás cayó al suelo tendido en un charco de sangre. Su esposa y su madre, nerviosas y llorando, no sabían qué hacer. Los niños, atemorizados, se escondieron. Nicolás, con voz agonizante, dirigiéndose a ellas le dice: "Hínquense de rodillas y oren a Dios por ustedes porque van a sufrir mucho, yo voy a morir, pero sé que voy a resucitar... Cuiden mucho de los niños". Terminando de pronunciar estas palabras entregó su espíritu. Tenía 35 años. Nicolás murió indefenso y pobre, como valeroso testigo de la fe, cuya entereza nos recuerda la de los primeros cristianos, mártires de la persecución romana. Reyes Us, originario de la aldea Macalajau del municipio de Uspantán. Campesino indígena quiché. Líder comunitario, cooperativista, promotor de salud y catequista. Motivado por su fe, organizó a las comunidades para la defensa de la tierra amenazada por los grandes terratenientes. Luchó por el derecho a la salud y a la educación de las comunidades campesinas. "Si no hay organización no podremos lograr nada. Con la participación de todos podremos alcanzar la justicia social y salir de la pobreza y de la ignorancia", decía. Hombre lleno de Dios, dedicó sus mejores días al servicio de la comunidad. Vivía impactado por la Palabra de Dios y buscando que toda la gente pudiera alcanzar un mínimo desarrollo y bienestar. Gastaba sus mejores esfuerzos promoviendo y atendiendo la salud de la población. Salía a ver a los enfermos, los atendía a la hora que fuera y en casos de gravedad, si era necesario, ayudaba a las familias a trasladarlos al hospital.Predicaba que hay que luchar por lo espiritual y por lo social, tomando como ejemplo la vida de Jesús que se preocupaba de los pobres, los enfermos, los hambrientos y denunciaba con valor las injusticias que se cometían. Un día, Reyes, reunió a toda su familia y le dijo: "Yo estoy perseguido y tal vez va a llegar un día en que me van a matar; cuando eso suceda quiero que ustedes se ayuden mutuamente y luchen porque yo lo que quiero es el bien de la gente". Dijo esto llorando porque él sabía que lo iban a matar, ya había recibido amenazas de muerte. Como Jesús en la Cruz, recomendando el amor, el 21 de noviembre de 1980, varios hombres, miembros de los escuadrones de la muerte al servicio del ejército, lo asesinaron a pocos metros de su casa.El 23 de abril de este año serán beatificados Nicolás y Reyes, junto con otros cinco catequistas y los tres sacerdotes del Sagrado Corazón, Faustino, José María y Juan Alonso. Estas beatificaciones abren la puerta a un nuevo modelo de santidad que tiene en cuenta la transformación del corazón del ser humano y la transformación de las estructuras sociales de acuerdo al plan de Dios. Es la santidad de hombres y mujeres nuevas que trabajan por una nueva humanidad de justicia y fraternidad.
  4. De alguna manera ya he descrito el clima del Quiché en aquel tiempo. Solamente, quiero destacar la figura profética del obispo Juan Gerardi, un hombre del Concilio Vaticano II, consciente de que la desigualdad, la injusticia social y la discriminación de los indígenas son realidades opuestas al Evangelio de Jesús. El obispo Gerardi fue también asesinado por miembros del Ejército el 26 de abril de 1998, a quien el papa Juan Pablo II llamó "Mártir de la Verdad y de la Paz".
  5. Guatemala y América Latina viven la beatificación de sus mártires con un sentido profundamente evangélico, es decir, de gozo espiritual, de alegría pascual y de esperanza, siguiendo aquellas palabras de Tertuliano "Sanguis martyrum, semen christianorum", la sangre de los mártires es semilla de cristianos. El ejemplo martirial es hoy para la Iglesia latinoamericana, y concretamente para Guatemala, un desafío y un estímulo para continuar con la causa por la que ellos dieron su vida: la construcción de una sociedad que sea signo de la presencia del reino de Dios. De esta manera, la sangre de los mártires, unida a la de Cristo, será semilla de un mundo nuevo. Y es así como la Iglesia de Guatemala celebra estas beatificaciones, como un impulso renovador de evangelización. Retomando las palabras de San Óscar Romero: "Si me matan resucitaré en mi pueblo", la beatificación de los mártires es una resurrección. Es parte integrante de la Resurrección de Jesucristo.

Finalmente, doy gracias a Dios por el papa Francisco, porque se ha dignado beatificar a estos mártires, en su opción de una "Iglesia pobre al servicio de los pobres".

Aquí comienza tu texto. Puedes hacer clic en este punto y empezar a escribir. Aut odit aut fugit sed quia consequuntur magni dolores eos qui ratione voluptatem sequi nesciunt neque porro quisquam est qui dolorem ipsum quia dolor sit amet consectetur adipisci.