Minería y derechos humanos, asignatura pendiente

14.07.2023

La comunidad de Simbakor, en Sierra Leona, sufre diariamente las consecuencias de la actividad de la mina de diamantes que opera a cielo abierto en sus antiguas tierras. Su vida se ha visto alterada radicalmente tal como lo expresa una mujer de la comunidad: "ahora todo ha desaparecido, el lugar era un humedal y gracias a mi plantación tenía comida y dinero para pagar la escuela de mis hijos. Me dieron solo 98 dólares por el terreno en el humedal y la plantación". Lo que les pasa a las comunidades de Sierra Leona no es una situación aislada o excepcional. La minería a nivel global causa un gran impacto en el medioambiente y la vida de los pueblos que habitan los territorios ricos en minerales.

El relator especial de Naciones Unidas para el derecho al agua y al saneamiento, Sr Pedro Arrojo, en su informe final de 2022 de la misión de estudio en Perú, denunció que el agua que ingieren las comunidades, que habitan territorios operados por minerías, tiene alta concentración de metales pesados. La actividad minera en Perú es muy alta y a consecuencia de esto un 31% de la población de este país ingiere tóxicos en el agua que bebe [1].

En La India el informe [2] de Human Rights Watch describe las actividades de las empresas mineras sin ningún control por parte del gobierno. Los agricultores de Goa y Karnataka denuncian que las operaciones mineras han destruido o contaminado manantiales y aguas subterráneas, y que el transporte en grandes camiones del mineral desprende polvo de hierro, que destruye las cosechas.

La industria minera también genera una gran cantidad de desechos y de aguas contaminadas almacenadas en presas. Los estándares de seguridad no son los apropiados y en numerosas ocasiones hay derrames de materias peligrosas que inundan una gran extensión de territorio poniendo en riesgo la vida de los habitantes. La rotura de la presa de Brumadinho en Brasil en 2019 causo 270 fallecidos y daños ambientales de larga duración en la zona que quedó arrasada por la avalancha de los residuos almacenados.

El problema no se acaba una vez que cesa la actividad minera, habitualmente se abandona la zona sin restaurar. Aunque sea en parte, la integridad del territorio se ve afectada, ya que los restos de desechos tóxicos contaminantes se van filtrando en la tierra y las aguas subterráneas [3].

Estos son unos pocos ejemplos del impacto que genera la actividad minera, tal y como se realiza actualmente. Miles de explotaciones repartidas por todo el mundo provocan deforestación, contaminación y vulneración de derechos humanos de comunidades directamente afectadas en su vida diaria, pero también contribuyen a la falta de sostenibilidad del planeta por el gran impacto en territorios de gran valor ecológico y ambiental que quedan devastados [4].

Las comunidades que enfrentan estos problemas luchan con sus posibilidades para frenar la actividad minera y reclamar el respeto a sus derechos. Sus protestas y demandas son contestadas por las empresas y a veces por su propio gobierno, con violencia y denuncias. Asesinatos de defensoras, como Alba Bermeo en Ecuador [5], por defender el derecho al agua y parar las actividades de minas contaminantes. Alba estaba embarazada y ella y su bebé fueron asesinados en 2022 y otras mujeres que se oponen a la minería en su provincia sufrieron ataques también.

Las principales áreas del planeta con recursos minerales en explotación son América Latina, China, otros países asiáticos, como La India. África está entrando en las zonas de explotación actual y futuras por sus recursos naturales. La mayoría de estos países tienen necesidad de inversiones para la explotación de sus recursos y, por ello, se priorizan los contratos con las empresas extractivas por encima de la protección de los derechos humanos. La explotación de sus recursos eleva el PIB del país, por lo que da una imagen de crecimiento y desarrollo. En África los dos países que han experimentado un mayor crecimiento son República del Congo y Botswana, ambos exportadores de minerales, pero el crecimiento económico no revierte ni en la mejora de la vida de la población en general ni tampoco propicia una convivencia pacífica y libre de violencia, como se observa en la República del Congo, que lleva muchos años en conflicto bélico permanente.

Actualmente el sector minero está experimentando un auge importante que se verá incrementado en los próximos años, principalmente relacionado con la transición energética y digital. Según el Banco Mundial [6] en los próximos 20 años se puede ver incrementada la explotación minera en un 500% para la implementación de energía eólica solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía para lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2º C en el futuro.

Ante esta realidad presente y futura hay muchas voces que demandan controlar la actividad minera y exigir a las empresas respeto a los derechos humanos y a cuidar el medioambiente, regenerándolo cuando cesa la actividad. Iniciativas en Naciones Unidas como el Tratado vinculante de derechos humanos y empresas, las leyes de diligencia debida en esta materia del Parlamento Europeo y estatal, la creación de un centro catalán de empresa y derechos humanos. Todos estos esfuerzos son importantes y deben sumarse a una conciencia clara de modificar nuestro estilo de vida de consumo, teniendo en cuenta que la digitalización (móviles, ordenadores e internet) la podemos realizar con mayor conciencia sobre el impacto planetario del sistema usar y tirar. Hace falta exigir a los gobiernos, como hace el informe de Ecologistas en Acción, que obliguen a las empresas a la recuperación y reciclaje de materiales que van a parar a vertederos sin utilización y contaminantes. Que se prohíba la obsolescencia programada y el estímulo del consumo de usar y tirar.

Hay que ser conscientes del límite del planeta para ser habitable. Si el consumo no se reduce, las empresas ya están planeando la minería en los fondos oceánicos, sin estudios serios del impacto. No sabemos qué puede suponer en la vida y el ecosistema submarino.

Núria Carulla, Justicia i Pau Barcelona

[1] Impactos de las empresas mineras en los derechos humanos en el corredor minero del sur andino.

[2] "Out of Control: Mining, Regulatory Failure and Human Rights in India"

[3] Informe del Relator Especial sobre las implicaciones para los derechos humanos de la gestión y eliminación ecológicamente racionales de las sustancias y los desechos peligrosos.

[4] Impactos ambientales y sociales de la minería. Movimiento mundial por los bosques tropicales.

[5] Alto a la violencia minera contra las mujeres en Ecuador.

[6] Minerals for Climate Action: The Mineral Intensity of the Clean Energy Transition. Informe del Banco Mundial.