Nosotros los pueblos
Reflexiones a ochenta años de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas.
· La cosa empezó en San Francisco
El martes 26 de junio de 1945 amanecía fresco en la ciudad de San Francisco, había algo de niebla que terminaría por disiparse a lo largo de la mañana. Los delegados de 50 países de la Conferencia de Naciones Unidas iban llegando a la magnífica sede de la Opera de san Francisco, en la que se pondría fin a los trabajos preparatorios de la Carta de las Naciones Unidas que se habían venido desarrollando en los dos meses anteriores. El recuerdo del presidente Roosevelt, su principal inspirador, fallecido pocos meses antes, flotaba en el ambiente. Eleanor Roosevelt, su viuda que años más tarde presidiría la Comisión que redactaría la Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicaba en su columna titulada "My day":
Estos hombres en San Francisco han conseguido hacer un trabajo muy destacado. Esta carta está más comprometida con los Derechos humanos que lo que muchos de nosotros nos hubiéramos atrevido a pensar que sería. Ahora es tarea de los gobiernos ratificarla, cuanto antes lo hagan mejor.
Eleanor Roosevelt sabía muy bien lo que decía. Entre la aprobación de la Carta ese mismo día y su ratificación apenas tres meses después- el 24 de octubre de 1945-, El presidente de los Estados Unidos había ordenado el lanzamiento de sendas bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki causando decenas de miles de muertos, la inmensa mayoría civiles.
Se producía así la paradoja que el espíritu de la Carta cuyo prólogo resolvía "Preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra " era traicionado por el gobierno del país que con más fuerza había impulsado su redacción aun antes de ser ratificada.
Y sin embargo esa carta fue el germen de algo nuevo…
2. Nosotros los pueblos …
La Carta de las Naciones Unidas no fue tanto fruto de la iniciativa desinteresada de los gobiernos de los países signatarios como el resultado de la presión de los pueblos que habían sufrido la guerra y expresaban a sus gobernantes (a través de la fuerza de sus organizaciones civiles, políticas, religiosas, etc.) el anhelo de terminar con un sistema que había generado miseria y temor entre la población y que estaba en el germen de los conflictos.
Los pueblos manifestaban así su hartazgo ante los efectos de las guerras, las políticas coloniales y, los modelos de acumulación de capital que servían a los intereses de los más poderosos y atentaban a la dignidad de los más vulnerables.
La "Carta de las Naciones Unidas", es el instrumento sobre el que se comenzaría posteriormente a construir lo que hoy se conoce como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y que tiene como pilares un corpus normativo (la Declaración Universal de los DDHH y los dos Pactos Internacionales así como toda una serie de convenciones y textos normativos); un sistema de quejas, denuncias e investigación -en el que juegan un papel fundamental los Relatores y Expertos de las Naciones Unidas-, la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia como principales instancia de jurisdicción internacional en el ámbito de las Naciones Unidas.
3. No precipitarse al abismo ochenta años después: algunas reflexiones
A los ochenta años de la Aprobación de la Carta de Naciones Unidas es legítimo felicitarse por la dimensión y el protagonismo que han alcanzado las Naciones Unidas y por el grado de desarrollo al que se ha llegado en la identificación, descripción, monitoreo y protección de los derechos humanos, aunque siga quedando mucho por hacer.
Sin embargo pareciera que en el momento presente se hubiera perdido la memoria acerca de lo próxima que estuvo la humanidad de precipitarse al abismo de su desaparición. Hoy el fantasma de la guerra vuelve a amenazar al mundo y son escasas y muy poco escuchadas las voces que apelan a detener la desenfrenada escalada hacia la polarización y el belicismo.
Es necesario más que nunca que ese clamor popular que en su día presionó a los gobiernos para que abjuraran de la guerra y apostaran por sociedades justas y verdaderamente democráticas asentadas en los derechos y a la dignidad, vuelva a hacerse visible y audible en las calles, en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Es necesario que los actores sociales, políticos, económicos y religiosos tomen conciencia de su responsabilidad a la hora de posicionarse en este sentido y no miren hacia otro lado.
Es necesario que la ciudadanía se haga consciente de los derechos que tiene instruyéndose en el conocimiento de los mismos y en su práctica así como transmitiendo dicho conocimiento a sus conciudadanos y conciudadanas para así cumplir el deber ético de de denunciar toda violación de derechos.
Justicia y Paz, como entidad pionera en España en la defensa, la promoción, el anuncio y la denuncia ante vulneraciones de los derechos humanos, tiene un papel clave para ayudar a despertar en el seno de la Iglesia y de la Sociedad la apuesta decidida por una paz basada en la Justicia en este 80 aniversario de la Carta de las Naciones Unidas.
Emilio José Gómez Ciriano, responsable de Derechos Humanos de Justicia y Paz



