Pacifismo para acabar con la guerra en Europa
Si no se quiere la guerra con otros países tenemos que generar relaciones de cooperación, confianza y amistad que lo eviten. Se tienen que generar vínculos humanos, sociales, políticos, económicos y de buena vecindad. Hacen falta menos recursos para los ministerios de defensa (o ataque) y más para el ministerio de asuntos exteriores y cooperación.
Se critica a las personas pacifistas por no tener soluciones para la guerra. Pero no es cierto. La primera propuesta pacifista en un enfrentamiento bélico es parar las hostilidades, un alto el fuego. Parar la violencia para pasar del tablero militar al tablero de la negociación política.
Otra propuesta pacifista tiene que ver que en un escenario de guerra no hay solo militares, hay población civil que necesita ayuda, ser escuchada y que sus derechos sean respetados. El pacifismo propone ayuda humanitaria, hacer posible el acceso libre de los medios de comunicación y de entidades de derechos humanos para vigilar que no se vulnere el derecho internacional humanitario. Hay que apoyar a la población civil, porque las poblaciones en escenarios de guerra son actores clave por la resolución política y social del conflicto. A través de estrategias de resistencia y lucha noviolenta se puede hacer frente al invasor y mantenerse o prepararse para confrontar políticamente la nueva realidad de ocupación y política en el territorio en el que viven.
El pacifismo identifica la inviabilidad de las soluciones belicistas a los problemas políticos y propone, sobre todo, hacer lo posible para evitar la guerra. La prevención es, pues, el campo de batalla al que hay que destinar la mayor parte de los esfuerzos. Si no se quiere la guerra con otros países tenemos que generar relaciones de cooperación, confianza y amistad que lo eviten. Es preciso generar vínculos humanos, sociales, políticos, económicos y de buena vecindad para alejar la guerra. Hacen falta menos recursos para los ministerios de defensa (o ataque) y más para el ministerio de asuntos exteriores y cooperación.
La construcción de la UE ha generado un marco en el que se ha eliminado la posibilidad de hacer uso de la guerra en el interior de su territorio. El Plan de rearme de 800 mil millones tiene de alguna manera el objetivo contrario, aumentar la militarización de una parte de Europa para enfrentarse a la otra. La carrera armamentista puede convertir Ucrania en un campo de batalla eterno. El proyecto europeo de defensa es sobre todo mercantil. Se basa al inyectar dinero a una industria militar que ve cómo, desde el inicio de la guerra en Ucrania, la cotización de las acciones de sus principales empresas se multiplica por 7 en el caso de la alemana Rheinmetall, por 4 en el de la italiana Leonardo, o por 2 en el de la española Indra.
La excusa de la disuasión no es tampoco creíble, el presupuesto militar ruso en 2024 era de 140 mil millones de dólares, el del conjunto de los 27 miembros de la UE fue de 380 mil. El triple de presupuesto militar en Europa no ha evitado que Rusia invada Ucrania. Parece evidente que la solución a los conflictos con Rusia no está en incidir, en aumentar una supuesta disuasión militar. En algún momento, la solución de la guerra en Ucrania será política, no militar. Por el bien de la convivencia futura de la población de Ucrania, Rusia y de toda Europa, mejor que esto pase antes que después, la herida será menos profunda. En definitiva, el pacifismo tiene propuestas claras respecto a la guerra en Ucrania: alto el fuego inmediato, negociación de la paz y pensar en evitar que las armas vuelvan a hablar en el continente, lo que implica que se cree una nueva relación de cooperación con Rusia. Hay que recuperar la propuesta de Seguridad compartida de la Comisión Olof Palme de los años 80, hay que recuperar el proyecto de la Gran Europa de Mijail Gorbachov, hay que dejar de seguir los dictados de la OTAN, que con su expansión no ha tenido el objetivo de crear condiciones de paz en nuestro continente.
Jordi Calvo, Centre Delàs. Artículo publicado en Levante-EMV