Pentecostés es toda la vida

30.05.2023

El pasado domingo 28 celebramos Pentecostés. Ese día se realizaron las elecciones locales y autonómicas. ¿Qué relación existe entre ambos acontecimientos? Tenemos costumbre de escuchar cotidianamente noticias amargas y difíciles de afrontar: el hambre creciente de mucha gente en el planeta, las guerras que siguen enfrentando a naciones, la alocada y salvaje inversión económica en armamento bélico, la violencia de género, la muerte de personas migrantes y refugiadas en el mar y en los desiertos, la degradación de la naturaleza, el cambio climático... Son muchos los conflictos con los que convivimos todos los días: enfermedades, terremotos, inundaciones, accidentes, pérdida del sentido de la vida, abuso y corrupción de políticos y de grandes empresarios quienes viven sólo para sus intereses, campañas electorales sucias que dan la victoria a partidos corruptos, racistas y xenófobos… Y sobre todo, la crisis ética que envuelve a nuestra sociedad que contamina incluso a la gente sencilla de nuestros pueblos dejándose engañar por las redes sociales y las fake news. No hay peor enfermedad que la ignorancia y la falta de conciencia crítica. Esta realidad golpea la esperanza de encauzar nuestra vida hacia espacios y horizontes de liberación integral de acuerdo al proyecto de Dios. Cuando se pierde la esperanza la gente vota sin conciencia a quienes les oprimen y explotan. Y esto es lo más doloroso.

En medio de esta situación es necesario hacer contrapeso en la balanza de la vida. Urge sentir la presencia del Espíritu de Dios en los acontecimientos de la historia. Pentecostés no es solo un día en el año litúrgico, es toda la vida. El Espíritu nos empuja a buscar y descubrir el sentido de la vida y de la historia de la humanidad. En este mundo todo lo malo pasa. Sólo Dios permanece, y con Dios el amor que se irradia en tantas personas de buen corazón y en tantos gestos y signos de solidaridad que nos llenan de luz y de gozo, que transmiten fortaleza para afrontar la cara oscura de los momentos difíciles.

Quien vive diariamente Pentecostés embalsama la garganta herida de tantos gritos rotos y vibra al ritmo de la música de Dios que genera comunión, armonía, mesa compartida, acogida a quienes llegan huyendo del hambre y de la muerte y son capaces de entrelazar sus brazos para cantar y renovar las fuerzas y soñar en un mundo más justo y humano. Quien vive diariamente Pentecostés fortalece la esperanza y la alegría compartida, tantas veces golpeada por fracasos personales y sociales.

En medio de un mundo globalizado por el neoliberalismo que agudiza cada vez más la desigualdad en el planeta, en nuestro país y en nuestra Región, los hombres y mujeres que sienten y viven la presencia del Espíritu, disciernen entre el bien y el mal y buscan tender puentes entre culturas, llamando al diálogo, a la acogida, a la escucha, a la comprensión, desafiando con el testimonio de sus vidas a los que ofrecen resistencias a un futuro más fraterno.

El Espíritu de Pentecostés regenera la creación para que nazca el "hombre nuevo", la "mujer nueva". No podemos salir de la crisis ética que nos envuelve sino solo propiciando el nacimiento del nuevo ser humano que conjuga armónicamente libertad y justicia social, porque libertad sin justicia es una farsa, un engaño. "Necesitamos del Espíritu capaz de generar "alma común" por encima de ideologías y posicionamientos distintos", en palabras de Kini Ferrando.

En la realidad que vive el mundo, España y nuestra Región murciana se necesita vivir el espíritu de Pentecostés para volver a una vida nueva alentada por la presencia del Espíritu de Dios, regenerarnos, sacarnos de la ignorancia y del desencanto y, de esta manera, abrir nuestras mentes y nuestro corazón a la fraternidad universal. En definitiva, Pentecostés nos humaniza y despeja el camino a la esperanza.

Fernando Bermúdez, teólogo. Justicia y Paz Murcia