Reflexiones y experiencias de Justicia Social JP Sant Just Desvern (II parte)

19.02.2021

 Covid y trabajo: una experiencia personal, Jesús García

El Covid ha cambiado nuestra manera de trabajar, quizá es una afirmación un poco exagerada, pero los cambios han sido tan importantes que hemos tenido la necesidad de reinventarnos. De la sorpresa inicial, donde fue necesario asegurar una protección básica, a la situación actual, quienes aún tenemos la suerte de trabajar, hemos experimentado una serie de cambios en la organización de nuestras empresas y en nuestra forma de trabajar que muchos de ellos serán irreversibles.

El trabajo presencial, inevitable en las líneas productivas, se ha adaptado para evitar el contacto, o que este sea mínimo entre los trabajadores, y para el trabajo de staff ha emergido el teletrabajo, que definitivamente ha llegado para quedarse, aunque también aquí la diferencia de género, a la hora de afrontarlo, es evidente, ya que la realidad actual nos indica que es la mujer quien todavía tiene la mayor carga de trabajo en casa.

Adaptación y reinvención son puntos clave, que en algunos aspectos nos han permitido ser más eficientes, pero difíciles de mantener en el tiempo en unas condiciones de pandemia. El estrés elevado que se generado en las organizaciones es palpable, y todos sabemos que un estrés alto y sostenido en el tiempo pasa factura.

Más que nunca, el valor del trabajo, por tenerlo y hacerlo con profesionalidad, se hace evidente como medio de solidaridad y mantenibilidad hacia la comunidad social en la que vivimos. El sector industrial, en el que trabajo, elemento clave para todo país que quiera ser avanzado, como una fuente de empleo y generación de riqueza sostenida, ya en regresión en los últimos años en Catalunya y en España, bajo mi percepción, está aguantando, pero después de casi un año de pandemia, es claro que, si no llegan más ayudas por parte de la administración, está en riesgo la supervivencia del tejido industrial.

El futuro o es diferente a como lo habíamos imaginado hace un año, o no será, la industria, como parte esencial para la mantenibilidad del entramado social, ha de ponerse en valor por quienes tienen la responsabilidad de marcar estas líneas estratégicas de futuro, y a su vez, la industria ha de asumir, más que nunca, los estándares bioéticos hacia el entorno físico y la sociedad, ya que, en definitiva, repercute en la solidaridad con las personas y en la sostenibilidad del planeta.

 Acogida de menores no acompañados en Sant Just Desvern, Angelina Gasull


En otoño del 2018 llegaron a Sant Just Desvern un gran número de personas emigrantes subsaharianos, más o menos cien, chicos entre 12 y 18 años. Se alojaban en un centro de acogida provisional ubicado en una planta del hotel City Park. Con él había unos equipos de monitores que gestionaban la estancia.

Estos chicos procedían de Mali, Gambia, Senegal, Ghana, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Sudán ... Todos estos territorios habían sido colonias de los grandes países europeos durante los siglos XIX y XX hasta que consiguieron la independencia. Son tierras ricas en recursos naturales.

Para poder llegar a Cataluña, la mayoría habían hecho la travesía por el desierto hasta llegar a alguno de los países de la costa africana y desde allí cruzar el Mediterráneo hasta llegar a Sicilia, o en la costa española.

Llevaban una mochila llena de vivencias, no siempre buenas, de añoranza de la familia, de sus amigos, de su cultura. Se han visto forzados a dejar su país por la falta de trabajo con la esperanza de que Europa los acoja y les dé una oportunidad.

Desde el primer momento el Ayuntamiento de Sant Just hizo un trabajo de inclusión en el pueblo y les ofreció las instalaciones municipales: campos de deportes, piscina, centro de jóvenes, biblioteca, servicios médicos y escolares, clases de catalán ... con el objetivo de hacer más acogedora su estancia y ayudarles en la integración en nuestra sociedad.

Desde el ayuntamiento, coordinados con los monitores del centro de acogida, se pidieron voluntarios para apoyar y colaborar en diferentes proyectos: deportes, informática, fotografía, ajedrez, senderismo por Collserola, parejas lingüísticas, alfabetización ...

Mi intervención fue trabajar en el proyecto de alfabetización hasta marzo de 2020 que quedó suspendido por el Covidien-19.

Siempre trabajé en grupos reducidos, máximo 4 chicos. Algunos de estos chicos habían sido algún tiempo escolarizados y por tanto el aprendizaje del catalán / castellano les era más fácil. Otros, no habían estado nunca en la escuela y había que empezar desde un nivel muy elemental.

Primero había una etapa de conocimiento mutuo, de mucha timidez. Tenían que hacer el esfuerzo de conocer y adaptarse a una cultura nueva y unas costumbres diferentes a las de sus países de origen. Inicialmente nos relacionábamos en francés, que es el idioma oficial de la mayor parte de estos países.

Poco a poco, cuando nos teníamos más confianza, podías empezar a trabajar la lectura y la expresión oral. En cada sesión de trabajo había un espacio para expresarse libremente contando vivencias de su país, costumbres, comidas típicas ... comparándolos con los nuestros. Un recurso educativo del que sacamos mucho provecho y que les gustaba mucho era el Atlas. A partir de los diferentes mapas nos situábamos: lugar donde vivían ahora, lugar de origen, localización de los continentes, ... Es decir aprovechar la diversidad de posibilidades que ofrecía esta herramienta.

Fue una experiencia muy enriquecedora. Crecimos juntos. Quiero remarcar su coraje, el respeto y agradecimiento y humildad para con las personas que los ayudábamos, y las ganas de aprender con la esperanza de conseguir una formación para poder trabajar del oficio que más les gustaba.

Los preparaba una carpeta para guardar los trabajos y un estuche con los utensilios para escribir. Unos materiales que para nosotros no tienen ninguna importancia. Para ellos, que han llegado sin nada, se mostraban muy agradecidos y contentos. Este hecho me hace hacer reflexionar sobre la sociedad que vivimos. El agradecimiento y el humillado son unos valores que se han de trabajar en nuestra sociedad. Los niños y jóvenes del primer mundo les cuesta valorar la suerte que han tenido. Fuera educativo para todos convivir con estos chicos y conocer sus realidades para valorar el entorno en que hemos crecido. Nos ayudaría a ser más acogedores, humildes y generosos.

Cuando llegan a nuestro país se encuentran con la dificultad de conseguir el permiso de residencia, los «papeles». A pesar de la acogida se sienten defraudados. Vivir en Europa y ser ciudadano con todos los derechos y deberes no es tan fácil como el habían prometido. Europa no ha hecho los deberes con sus ex colonias.

Es necesario cambiar los valores de nuestra sociedad. La Unión Europea no puede mirar hacia otro lado. Se elaborarán unas políticas sociales de inserción que ayuden a los inmigrantes.

Nos tenemos que hacer estas preguntas:

¿Qué futuro les espera, a pesar de su valía y el esfuerzo que han hecho para integrarse en nuestra sociedad?

¿Sabremos ofrecerles las oportunidades que necesitan y se merecen?


COVID y Ayuntamiento, Quima Giménez

Siempre piensas que lo que has leído o estudiado en historia, es historia, que hay circunstancias que no volverán y el año 2019 llegó la pandemia. Una pandemia mundial donde ningún país sabía que debía hacer, como actuar, cómo mantener a millones de personas a salvo y que no se movieran de sus casas. Y lo peor ha sido para la economía que lleva a que muchas personas pierdan sus puestos de trabajo, sus negocios y su forma de vida.

Desde nuestro ayuntamiento lo importante ha sido ayudar a toda nuestra ciudadanía y mantenerla informada para que supiera que es lo que se podía hacer y lo que no.

La gran preocupación era nuestros y nuestras mayores. Era importante que estuvieran en sus casas o en sus residencias manteniendo al máximo las medidas sanitarias.

Se repartieron compras a domicilio (alimentos y medicamentos). Se entregaron los Epi's a las residencias. Y a los comercios esenciales se les ayudó en todo lo que necesitaron.

Poco a poco hemos aprendido a convivir con este virus. Con mascarillas y con menos relaciones sociales seguimos ilusionados por vivir y superar este contratiempo.


Consumir en clave de derechos humanos, Esther Martra


El consumo es un instrumento muy valioso que a veces no le damos la importancia que tiene; nuestro consumo nos aporta herramientas para la defensa de los derechos sociales.

Si analizamos la situación actual del planeta, se produce alimentos para 12.000 millones de personas y somos 7.700 millones; sin embargo, 805 millones no se alimentan correctamente, 748 millones no disponen de agua potable (irla a buscar recae en mujeres y niñas, que no pueden ir a la escuela) y 1.800 millones tienen aguas contaminadas para uso doméstico, causando enfermedades y muertes. Habiendo hambrientos, destruimos toneladas para mantener estables los precios.

Alimentación: es importante mantener una dieta sana y saludable. La crisis económica ha hecho aumentar la obesidad. En parte del mundo mueren por falta de comida, en otros por comer demasiado.

En los países ricos comemos por aburrimiento ante la tele, como hecho social, comidas rápidas, precocinados ... Esto nos han traído problemas de obesidad, colesterol, cardiovasculares, diabetes, entre otros. Estos cambios tienen que ver con los cambios de la producción agrícola. Un comercio agrícola desregularizado y en manos de grandes empresas ha provocado una bajada en los precios de los productos en origen. Las grandes superficies con gran variedad de productos y precios más competitivos, llevan a la desaparición del comercio local, en muchos lugares necesitas coche para ir a comprar, se han creado los "Desiertos alimentarios", zonas donde los habitantes tienen dificultades para conseguir alimentos frescos. Nos parece que si compramos en las grandes superficies ahorra, NO es cierto. Entre un 20% y un 50% llenamos el carro de cosas inducidas por la publicidad. España es el 6º. País de la UE que más comida tira.

CONSEJO: consumir frutas y verduras de temporada, producidas en la zona, compradas en el mercado o en la tienda cercana a nuestra casa. (COMERCIO DE PROXIMIDAD)

ACTUALMENTE: la comercialización de los productos alimenticios está en manos de unas pocas empresas transnacionales: Associated British Foods ABF, Coca-Cola, Danone, General Mills, Kellogg, Mars, Mondelez Internacional, Nestlé, Pepsi-Cola y Unilever. 10 empresas representan UN 10% DE LA ECONOMÍA MUNDIAL, no tienen en cuenta los efectos nocivos de sus cultivos por el ecosistema, ni las condiciones de las personas que trabajan. Se compran tierras a gran escala en todo el mundo, provocando el desplazamiento de las personas que las trabajaban y el abandono de cultivos tradicionales, por monocultivos. Se permitirá a la pequeña agricultura el acceso a la tierra debería ser prioritario a la hora de plantear soluciones para una alimentación saludable.

La necesidad de buscar productos alternativos a los combustibles fósiles y el encarecimiento de los alimentos, han provocado desde 2008 un movimiento de los capitales especulativos hacia el acaparamiento de tierras. Países como Brasil, Sudán, Madagascar, Filipinas, Etiopía, Mozambique e Indonesia han "vendido" aproximadamente un 10% de su superficie.

Esto provoca el abandono de las personas que se dedicaban al cultivo, uso abusivo de agua, de fertilizantes y pesticidas, pérdida de biodiversidad. Además, hay mucha distancia entre la producción y el consumo, poca información sobre la procedencia y el proceso de producción de alimentos que se consumen a diario.

Energía. El CO2 que se produce en grandes cantidades por la quema de combustibles, se utiliza por los vehículos, para producir electricidad. 1.500 millones están sin un punto de luz en casa y 2.400 millones de personas cocinan o calientan utilizando como fuente de energía la leña, carbón, biomasa, estiércol con el problema de salud que conlleva de inhalación continua. La energía es necesaria para tener un nivel de desarrollo adecuado, a medida que aumenta el nivel de vida de las personas, aumenta el gasto energético.

CONSEJO: Caminar, ir en bicicleta, monopatín, coger transporte público. No pasar calor en invierno y frío en verano. Un poco de austeridad y de racionalidad en el uso de la calefacción y aires acondicionados va mejor para la salud y el planeta.

Ordenadores, tabletas y móviles.

Países con minas de minerales como Perú, Myamar, República Centro Africana, RD Congo. Con gobiernos débiles y corruptos y población enfrentada es más fácil conseguir materias primas a precios más bajos. Existen condiciones de esclavitud en las minas. Los desechos electrónicos son nocivos para la salud, extraer los productos contaminantes se costes, entonces se envían a países con normativas medioambientales más laxas. Los mayores centros de recogida electrónica mundiales están en China y Ghana.

Como consumidores debemos ser más austeros y no dejarnos llevar por las últimas modas de ordenadores y móviles.

Consumimos para tener una vida digna, pero se debería establecer cuál sería el mínimo para llevar esta vida digna. Hemos visto que el consumo NO se neutro, y en muchos casos no es bueno, por lo tanto, deberíamos dar cierto sentido a un acto tan cotidiano como se consumir.

Basado en el libro de JiP Consumir ¿para qué? Isabel Cuenca Anaya

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Mi experiencia en un campo de personas refugiadas, Joan Poll

A finales de 2015, los componentes del grupo de Justicia y Paz de Sant Just Desvern, tuvimos la ocasión de contactar con una asociación de voluntarios que trabajaban sobre el terreno en el campo de refugiados situado al norte de Francia y conocido con el nombre de la Jungla de Calais.

Decidimos junto con otras entidades solidarias de la población, organizar una recogida de material (ropa de abrigo, mantas y tiendas de campaña) y ante la urgencia detectada, entregarlo personalmente en el almacén gestionado por los voluntarios y situado cerca del campo de refugiados.

En un fin de semana conseguimos gran cantidad de material en muy buen estado y con una furgoneta cargada al máximo nos dirigimos a Calais. Al llegar contactamos con la asociación y con todo tipo de precauciones nos condujeron al almacén. Los grupos de extrema derecha de la zona intentan localizar quien ayuda a los refugiados ya menudo destruyen el material, llegando a quemar en alguna ocasión el centro de acogida.

Durante los días que estuvimos en la zona, ayudamos en la clasificación de material y preparación de la comida que diariamente se repartía el campo. Cuando pudimos acceder a la zona de acampada para repartir la comida y entregar material, la sensación fue muy extraña para mí. Ver cómo la gente salía de las tiendas y se organizaban largas colas con un silencio sepulcral, que sólo se rompía cuando algún avispado quería colarse. Aquello era un vertedero de basura con 5000 personas malviviendo en él, sin luz, con muy poca agua y con un frío bestial. Pudimos conversar con algunos de ellos y nos contaron su experiencia de cómo habían llegado a esta situación y el no futuro que veían en sus vidas. Personalmente quedé muy afectado. Eran los días previos a Navidad y el contraste de ver aquella zona con la de la ciudad de Calais (a dos kilómetros escasos de distancia) donde todo eran luces y todos contentos para celebrar las fiestas, me ha traumatizado de tal manera que desde entonces me siento muy mal por estas fechas. No lo he superado.

A finales de octubre de 2016, el Estado francés llevó a cabo el desalojo forzoso de campamento. Este proceso consistió en la dispersión de todos sus habitantes por los 340 CAOS (Centros de Acogida y Orientación, de carácter temporal) de Francia, donde se les prometió que podrían cursar su solicitud de asilo en el país. Y entonces, después de toda la información que circuló antes y durante el desalojo de la Jungla sobre esta, llegó el silencio, tanto mediático como gubernamental. La información sobre las condiciones de vida de las personas refugiadas y de sus procesos de asilo fueron invisibilidades tras los muros de los CAO. Al llegar a los CAO, muchos migrantes descubrieron que no todos tendrían derecho a asilo, tal como se les había prometido desde el gobierno francés, sino que se les aplicaría el reglamento de Dublín. Por este reglamento, todos los migrantes deben ser devueltos en el primer país europeo que pisaron para cursar su solicitud de asilo. Además, desde entonces se han multiplicado las expulsiones de migrantes en países como Afganistán, Eritrea o Sudán.

Ante las mentiras de gobierno francés y las malas condiciones de alimentación e higiene en los CAO, algunos migrantes han huido de ellos. Y mientras tanto, la llegada de migrantes en Calais, gran parte de ellos menores, se ha reanudado llegando actualmente unas 30 personas en el día según las asociaciones que trabajan sobre el terreno. Todas estas personas malviven escondidas en los bosques alrededor de Calais, sufriendo nevadas y temperaturas de hasta -5º, sin poder encender un fuego para calentarse o montar tiendas de campaña por temor a ser encontrados por la policía.

El desalojo de la Jungla y las posteriores medidas de los gobiernos británico y francés no han supuesto el fin de los problemas en la frontera anglo francesa, sino su dispersión y invisibilización.

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Covid y espiritualidad, Xavier Sobrevia


La pandemia del coronavirus nos ha hecho pensar más. A todos nos ha hecho reflexionar sobre el valor de nuestra vida y, especialmente, de la vida de las personas cercanas que han estado enfermas o han muerto.

La tragedia que está provocando el Covid nos ha hecho cambiar a todos algunas conductas y muchos hábitos. Pero hay que destacar que nos ha forzado a pensar en el sentido de la vida, nos ha recordado que la vida tiene un final y nos ha hecho plantear que puede haber después de la muerte. Esto es un gran bien para la persona, nos ayuda a ser realistas, a dejar de dar la espalda, y reconocer que somos mortales, que no vamos a vivir aquí para siempre.

El tabú de la muerte en nuestras sociedades occidentales está muy extendido. Mejor no hablar de la muerte, o hablar poco y pasar pronto a hablar de otro tema. Pero vivir ignorando la muerte sería engañarnos. Es más, la muerte es un motivo importante para pensar en el valor de la vida terrenal y aprovecharla mucho mejor cada día, cada minuto. Así, la muerte es motor de vida.

Pienso que, a pesar de todo el mundo ha tenido que pensar un poco o mucho sobre la muerte a causa de la pandemia, son menos los que han cambiado o cambiarán su estilo de vida y darán pasos para vivir más intensamente lo que da sentido a la vida. Pero tampoco creo que sean pocos.

Para las personas con creencias religiosas o filosóficas puede haber sido más fácil reconocer la fragilidad que la pandemia nos ha mostrado. Son personas con unas respuestas que ayudan mucho a afrontar lo que significa la enfermedad y la muerte. Las personas con creencias católicas tienen, además, la enseñanza y el ejemplo de Jesucristo, que se preocupaba de los enfermos, que los perdonaba, que los curaba, que ha vencido la muerte con su resurrección y que nos muestra el camino de vida eterna después de la muerte.