Un mundo atravesado por múltiples enfrentamientos y crueles guerras

04.11.2025

Como Comisión General de Justicia y Paz desde el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el posterior enfrentamiento, junto con la masacre al pueblo palestino por las fuerzas militares y el gobierno israelí, hemos venido informando y posicionándonos, exigiendo el respeto a los inalienables derechos de los pueblos y la defensa de la dignidad de toda persona a vivir en paz y seguridad. Lo venimos haciendo, además de como defensa de la dignidad y la necesaria convivencia en paz, porque en esas situaciones nos estamos jugando la credibilidad moral como sociedad y como Iglesia, en atención a nuestra misión.

No hay un acuerdo sobre el número de guerras activas en este momento, se habla de entre 50 y 80, pero sí hay acuerdo sobre el momento histórico donde esta sangrienta realidad es más numerosa de forma extensa e intensa. Hay guerras no olvidadas para quienes las sufren, pero sí ignoradas y olvidadas en nuestras sociedades occidentales e incluso en nuestras comunidades y comisiones, tal vez porque sólo aquello que nos afecta directamente, por intereses o cercanía geográfica, nos preocupa más, aunque haya otras muy sangrientas y dolorosas. Creemos que hay una responsabilidad de no olvidar y hacer eco de esas otras guerras y violaciones de derechos, sin dejar de seguir presentes en las denuncias y la atención a las de Ucrania y Palestina.

Este domingo 2 de noviembre el papa León XIV manifestó que "Con gran dolor sigo las trágicas noticias que llegan desde Sudán, en particular desde la ciudad de El Fasher, en el martirizado Darfur septentrional. Violencias indiscriminadas contra mujeres y niños, ataques a civiles indefensos y graves obstáculos a la acción humanitaria están causando sufrimientos inaceptables a una población ya agotada por largos meses de conflicto."

Sudán lleva sumido desde 2023 en una brutal guerra civil que se ha desarrollado lejos de los focos y que ha causado la peor crisis humanitaria del planeta: 12 millones de personas desplazadas, 30 millones necesitadas de ayuda humanitaria y decenas de miles de muertes.

El enfrentamiento entre Burhan y Hameidti, sin visos de terminar a corto plazo tras la ruptura del enésimo alto el fuego, amenaza con segar por completo el desarrollo de un país rico en recursos (tierra fértil, oro y minerales) y pobre en democracia cuando se multiplicaban las posibilidades para desplegar su potencial. La guerra ha causado un éxodo que la ONU calcula podría sobrepasar el millón de personas en octubre, y deja a Sudán y sus planes de futuro en suspenso. También convierte la región en un polvorín en el que países como Egipto, Etiopía Libia o incluso Rusia podrían verse involucrados.

Compartimos esta reflexión que nos llega directamente desde dentro de Sudán, y la firmamos como Comisión General de Justicia y Paz por preservar el anonimato de quien lo escribe, tal y como se nos pide. Esta es una llamada a tener datos que nos posibilitan no sólo conocer las causas y las consecuencias, sino también a poner nombre a quienes se están beneficiando directamente de este exterminio, y cómo, indirecta o directamente, todo ello hace posible también nuestro estilo de vida en este otro lado del mundo occidental, cerrado a cal y canto a entender el origen de una emigración que no va dudar en seguir buscando esperanza ante un horizonte de muerte y sufrimiento, aunque el riesgo de quedar en el desierto o en un mar sea mejor alternativa que el derecho a no migrar.

Comisión General Justicia y Paz