Una presencia constante

12.11.2021

«A los pobres los tienen siempre con ustedes» es el lema del Mensaje de la "Jornada Mundial de los Pobres", que se celebra en la Iglesia en 2021. Esta presencia no debe acostumbrarnos y hacernos indiferentes sino que nos invita a compartir la vida, a abrir el corazón para reconocer las múltiples expresiones de la pobreza, a acoger y participar.

Un enfoque diferente de la pobreza es un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo ecosocial previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo.

Las formas de pobreza que observamos en Europa en este tiempo de "post"-pandemia son situaciones como las de las personas jubiladas que han tenido dificultades para pagar su alquiler, acceder a la sanidad y a los servicios sociales públicos, especialmente en las zonas rurales, y para llevar una vida digna. Muchas personas sin hogar se han quedado durante la pandemia sin ningún lugar al que ir, ya que muchos albergues se llenaron, y algunos tuvieron que cerrar sus puertas debido al confinamiento.

La paralización de la actividad presencial ha reforzado las cargas administrativas, afectando negativamente a quienes solicitan empleo. Las personas sin estatus legal no han podido continuar con sus trabajos informales ni recibir las compensaciones establecidas por el gobierno. Algunas familias monoparentales han tenido que cuidar de sus hijos/as de manera informal, al tiempo que tenían que trabajar. En algunos casos, han dejado de trabajar, lo que ha provocado nuevas interrupciones en sus ingresos y pensiones. También han aumentado la soledad y los problemas de salud mental, así como las rupturas en el seno de las familias, incluyendo el aumento de la violencia doméstica, la degradación de la educación de menores y jóvenes, el aislamiento de personas mayores, la falta de oportunidades de trabajo, especialmente para quien tiene mayores dificultades: personas con discapacidad, mayores, juventud e inmigrantes.

Al mismo tiempo, hemos visto lo esencial de los trabajos del sector de los cuidados, la asistencia o la agricultura para la sociedad y las injustas condiciones de trabajo como las largas jornadas, los bajos salarios, el acceso limitado a los materiales de los equipos de protección personal y otras medidas sanitarias.

Estudiantes, que vivían de trabajos a tiempo parcial, han perdido todos sus ingresos. Jóvenes que buscan su primer empleo han tenido muchas dificultades para encontrarlo.

Aunque existen disparidades entre los Estados miembros, muchos sectores económicos sufrieron directamente la pandemia (y en particular los del turismo, la hostelería, la construcción, la transformación de la carne, los puertos, los servicios de transporte, los medios de comunicación y la cultura, etc.), mientras que algunos experimentaron una importante escasez de mano de obra. El sector de la asistencia sanitaria y social, aunque no siempre ha tenido un impacto económico directo, se ha visto gravemente afectado por la pandemia a través de la extensa carga física y emocional que ha experimentado su personal. Muchas personas se han quemado y algunas han abandonado definitivamente su vocación. Este fenómeno debe tomarse en serio en unos sectores públicos ya escasos de personal.

Se observa a la vez el deterioro del clima y del medioambiente como otra pobreza generada por el modelo de desarrollo global y los estilos de vida que son referencia en nuestra sociedad. Nuestra forma de consumo es injusta porque no es universalizable y nos destruye, comenzando por quienes viven las situaciones más vulnerables.

Estas nuevas formas de pobreza cercanas "deberían suscitar una planificación creativa, que permita aumentar la libertad efectiva para poder realizar la existencia con las capacidades propias de cada persona". No podemos, por tanto, dejar de actuar a todos los niveles: personal, comunitario, social y global con la multitud de recursos que tenemos en nuestro continente y que podemos utilizar desde él.

Suponiendo un desarrollo humano integral, que comprende a todo el ser humano, a toda la humanidad y al planeta, "hagamos nuestras las apremiantes palabras de don Primo Mazzolari: «Quisiera pedirles que no me pregunten si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. [...] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta» ("Adesso" n. 7 - 15 abril 1949). [...]

Qué evangélico sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos pobres, porque sólo así lograremos" aliviar la pobreza e incrementar la vida.


Montse Serrano, secretaría técnica CGJP