Hablar con el corazón, «en la verdad y en el amor»
La Jornada Mundial de la Comunicación Social, instituida por el papa Pablo VI, en 1967, bajo el espíritu del Concilio Vaticano II, es una celebración anual que invita a reflexionar sobre las oportunidades y desafíos que los medios modernos de comunicación social (prensa, cine, radio, televisión, internet, redes sociales, inteligencia artificial) brindan a la Iglesia para comunicar el mensaje del evangelio de la justicia y la paz. Por esa necesidad de comunicar el mensaje de "un cielo y una tierra nueva", se suele celebrar el domingo de la Ascensión, cuando los apóstoles reciben el encargo de "enseñar todo lo que os he mandado" (Mt 28,19), invitados a salir de un entorno cerrado, superar miedos y romper barreras anunciando la buena nueva a todas las personas de cualquier lugar y circunstancia.
Habitamos una época, en la que los medios de comunicación se han globalizado. Ya casi no hay barreras para hacer llegar mensajes en milésimas de segundo a cualquier rincón del mundo. Vivimos en una red compleja y enmarañada de conexiones múltiples, pero también es la era donde más emerge la preocupación por la soledad no buscada ni deseada [1], donde las relaciones personales e institucionales son más débiles, donde el miedo se instala como barrera, donde nos sentimos con mayor conexión, pero menor vinculación para establecer relaciones más estables y generar contextos saludables de cuidado en un clima de confianza.
"Como hace sesenta años, (Juan XXIII, Pacem in terris) vivimos una hora oscura en la que la humanidad teme una escalada bélica que se ha de frenar cuanto antes, también a nivel comunicativo", recuerda el papa Francisco en el mensaje de este año.
Por ello se afirma que «en un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones —de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune—, el compromiso por una comunicación "con el corazón y con los brazos abiertos" no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno».
Esta 57a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Santo Padre propone el lema «Hablar con el corazón, «en la verdad y en el amor». Inicia el mensaje indicando que "después de haber reflexionado, en años anteriores, sobre los verbos "ir, ver" y "escuchar" como condiciones para una buena comunicación, en este […] quisiera centrarme en "hablar con el corazón". Es el corazón el que nos ha movido a ir, ver y escuchar; y es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora." Una comunicación posible sólo desde el "corazón que ve", (DCE 31), cuando está en sintonía con la verdad y el amor, porque "No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad, sin corazón".
Ante un mundo donde la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, y responde a intereses economicistas, a un control de las personas, a mantenerse en el poder, a las apariencias, la confrontación, el engaño y la manipulación que falsifica, que juega y oculta la verdad, para que el mundo nos vea como querríamos ser y no como somos, "sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos" que no ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos, ni a superar los miedos que nos atenazan como sociedad e individuos: "Comunicar cordialmente quiere decir que quien nos lee o nos escucha capta nuestra participación en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo".
En este aspecto la Acción Concertada de Justicia y Paz Europa para este año, nos invita, desde una relectura de la FT, a alejarnos de «diplomacias vacías, disimulos, dobles discursos, ocultamientos, buenos modales que esconden la realidad» (FT 226). A menudo, una comunicación no basada en la verdad, manipulada, pretende crear una cultura donde se instalen "los miedos y la ansiedad para que se utilicen deliberadamente a fin de manipular y preservar o incluso aumentar las injusticias y desigualdades existentes". Y continúa diciendo que "se observan estrategias basadas en intereses para instrumentalizar, … como por ejemplo en la actual crisis energética, en la que el debate público sobre la transformación socio-ecológica revela a menudo el miedo a perder la prosperidad." O sobre cómo crece el miedo a la inmigración impulsado por los partidos populistas, el miedo a perder nuestro sistema de bienestar social: «en algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma». (FT 39)
La verdad y la dignidad humana son nuestros recursos para afrontar estos miedos. Buscar, encontrar y aceptar la verdad conjuntamente: «En este mundo globalizado «los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. […] En particular, internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios». (FT 205) Sin embargo, aunque la digitalización y las redes sociales ofrecen nuevas oportunidades para socializar más allá de las fronteras, la creciente importancia de la comunicación digital en la sociedad también tiene sus inconvenientes: «Paradójicamente, hay miedos ancestrales que no han sido superados por el desarrollo tecnológico; es más, han sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas tecnologías». (FT 27). Por esta razón, «Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados». (FT 208) «Pero es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común». (FT 205)
Necesitamos en el ámbito de los medios hablar con el corazón, buscar la verdad, manifestar con actitudes y hechos la cultura del cuidado, de la escucha, del encuentro, (como nos recuerda S. Fco. de Sales "somos lo que comunicamos"), para que la "comunicación no fomente el rencor que exaspera, genere rabia y lleve al enfrentamiento, sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven", tal y como nos lo pide el papa Francisco en el mensaje de la Jornada de Comunicación de este año.
"Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos. En el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil. […] Necesitamos comunicadores dispuestos a dialogar, comprometidos a favorecer un desarme integral y que se esfuercen por desmantelar la psicosis bélica que se anida en nuestros corazones. […] En cuanto cristianos, sabemos que es precisamente la conversión del corazón la que decide el destino de la paz, ya que el virus de la guerra procede del interior del corazón humano".
Y termino de nuevo con las propuestas de la Acción Concertada de Justicia y Paz Europa, que nos invita a reinventar la comunicación. Buscar la verdad humildemente, de manera colectiva, con mucha escucha, puede ayudar a una comunicación más constructiva. Esto aplica al mundo de los medios de comunicación, al discurso político, pero también a nuestra comunicación personal:
- Tomar la dignidad humana como una brújula: la comunicación constructiva requiere que la dignidad humana sea respetada y aceptada como una verdad fundamental y elemental.
- Aprender a distinguir lo real del engaño: la comunicación constructiva requiere «argumentos racionales» (FT 211). Para ello, es necesario mejorar la «alfabetización mediática» en todas las edades.
- Afrontar nuestro pasado y asumir responsabilidades: "la verdadera reconciliación no escapa del conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente». (FT 244).
- Promover una nueva cultura de encuentro y de la participación inclusiva: la comunicación constructiva incluye a las personas desfavorecidas y especialmente vulnerables. «Pero es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común» (FT 205).
- Ofrecer esperanza: A menudo, nuestra comunicación tiene un «sesgo negativo». En el mundo de los medios de comunicación, merece la pena reforzar movimientos como «Periodismo Constructivo» y el «Periodismo de la Paz».
"Comprender que el cuidado es clave para la supervivencia ayuda a evitar la trampa de refugiarse en burbujas de falsa seguridad, incluidos los círculos informativos cerrados en sí mismos". Trabajemos para que no nos ocurra lo de la torre de Babel que al no entendernos dejamos de construir en una misma dirección. Sólo si "ensanchamos la tienda" y en ella compartimos acogida, diálogo y comunicación podremos llegar a acercarnos, romper los aislamientos y construir ese mundo sin fronteras físicas, tecnológicas, culturales, económicas o sociales, "creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común". (Mensaje Jornada Mundial de la paz 2023).
Fidel García, secretario general Justicia y Paz[1] El mensaje de los obispos españoles para esta Jornada de la Comunicación lo titulan "En tiempos de soledad, la comunicación une corazones"."Vivimos tiempos de desvinculación, de individualismos, de soledad". La polarización, los extremos, las redes sociales están haciendo de la comunicación, del encuentro, una dificultad, cuando debería ser el primer objetivo entre las personas.