Justicia y Paz con las migraciones. Recorriendo el camino desde la acogida hacia la fraternidad

17.12.2021
  • Representantes de la Iglesia católica europea analizan el Pacto sobre Migración y Asilo así como el Plan de Acción sobre Integración e Inclusión de la UE.
  • Algunos hitos del camino de la Iglesia católica confluyen en el ámbito de la migración y el refugio, parte de nuestra vida y humanidad.

Ante el Día Internacional del Migrante, Justicia y Paz reunió a representantes de la Iglesia católica europea con el objeto de mostrar su contribución en la construcción del futuro de Europa con respecto a las migraciones.

El 15 de diciembre tuvo lugar el seminario web «Iglesia católica y migraciones» dentro de los debates, propuestos por la Conferencia sobre el Futuro de Europa y organizado por la Comisión General de Justicia y Paz. Participaron Alberto Ares, director del Servicio Jesuita a Refugiados de Europa (JRS Europe); Luis Okulik, secretario del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y Manuel Barrios, secretario general de la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE).

El trabajo de la UE y la visión de la Iglesia en Europa

El Pacto sobre Migración y Asilo es la propuesta de la Comisión Europea como parte de un planteamiento global hacia la migración, atendiendo a criterios de responsabilidad y solidaridad, fronteras exteriores bien gestionadas, fomento de la cooperación internacional y apoyo a la integración en los Estados miembro.

La Iglesia reconoce el Pacto como marco para desarrollar una estrategia común dentro de la UE, aunque observa que es una respuesta a corto plazo y a una situación de emergencia ante el intento de abordar el bloqueo y la presión de algunos Estados miembro, si bien no vislumbra un equilibrio de solidaridad vinculante.

Compartimos el foco en la salvaguarda de las personas, especialmente las más vulnerables, y la colaboración y no criminalización de las personas e instituciones que suman en la ayuda humanitaria. Hacemos hincapié en salvar vidas y no transigir con las devoluciones sumarias, incumpliendo el ordenamiento internacional.

Si bien nos alegra la creciente colaboración entre Estados, nos preocupa la poca capacidad que tienen algunos de ellos de respetar los derechos humanos de las personas retornadas, así como la asociación tan estrecha de la cooperación internacional a la gestión de los flujos migratorios en lugar de favorecer un desarrollo similar e integral en todos los lados de las fronteras.

La Iglesia incide en habilitar vías legales de llegada a Europa, especialmente a través del reasentamiento, pero también con los modelos complementarios de patrocinio comunitario.

Por el contrario, nos alarman los procedimientos rápidos como la identificación exprés, que dificulta la salvaguarda de los procesos y derechos; la preeminencia de la seguridad, con la que se pone el acento en los muros y el control de las fronteras en lugar de en los cuidados hacia las personas que más lo pueden necesitar.

El nuevo Plan de Acción sobre Integración e Inclusión (2021-2027) contempla los ejes de educación y formación, empleo y competencias, sanidad y vivienda. Los Fondos europeos pueden favorecerlos.

Creemos que este Plan es muy importante pero sostenemos que la integración debería tener un mayor peso en el marco común de migración y conducir, como apunta, a la inclusión, pues el futuro de la UE nos lo jugaremos en la gestión de la diversidad dentro de nuestras fronteras. Como Iglesia tenemos experiencia y podemos hacer aportaciones en clave de hospitalidad, colaboración y comunidad.

El camino conjunto de una Iglesia católica más comprometida

La Iglesia católica pone en práctica los verbos acoger, promover, proteger e integrar, que el papa Francisco presentó como piedras angulares de acción en la Jornada Mundial de la Paz de 2018 sobre personas migrantes y refugiadas. En su última encíclica Fratelli tutti, el Papa invita a dar un paso «más allá y más arriba», hacia la fraternidad.

1. Origen del camino: la dignidad humana

Luis Okulik recuerda el significado de fraternidad, que no es únicamente un valor de la sociedad civil, sino que para la Iglesia va más allá, es un reconocimiento de cada persona como hermana, descubriendo en cada una de ellas la huella de Dios. Por eso, la Iglesia afirma que una persona migrante o refugiada, como tal, tiene que ser respetada en su propia dignidad. La esencia del cristianismo es asumir lo que es ser una persona prójima, sentir compasión y restaurar la dignidad herida.

Europa se ha enfrentado a distintas crisis, las ha abordado y superado, pero la llegada masiva de migrantes a partir de 2015, ha supuesto un punto de inflexión incluso para nuestra fe, que también ha entrado en crisis. Urge reflexionar sobre esta cuestión sin olvidar que las culturas antiguas y las religiones recogen la acogida a la persona forastera como un valor.

2. Etapas intermedias: la cultura del encuentro

Alberto Ares invita a mantener la esperanza a través del cambio de relato sobre la población inmigrante, abandonando los lugares comunes donde se la representa de forma externa, extraña y amenazante, y donde se visibilice y reconozca la profunda diversidad étnica y racial de Europa y cada uno de los países.

Necesitamos impulsar, de forma ambiciosa y universal, políticas de cohesión social con el fin de revertir la precariedad que se ha instalado como horizonte vital de los amplísimos sectores populares, formados tanto por población nativa como por población de origen inmigrante.

La realidad nos muestra que cuando la gente se encuentra, aunque sea de distintos países y religiones, los prejuicios caen, generando riqueza cultural y humana.

3. Meta: la fraternidad universal

Manuel Barrios subraya que la identidad cristiana no se construye en confrontación con otras identidades sino en diálogo y convivencia. En el encuentro con personas de otras religiones y culturas se puede vivir, nos enriquece y ayuda a crecer.

Así, es importante el desarrollo de políticas de gestión de la creciente diversidad étnica y social de nuestra sociedad. Con ello construiremos convivencia entre la diversidad que ya somos. La experiencia vital de la interculturalidad favorece la fraternidad. Y «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad».


Comisión General Justicia y Paz

Contacto prensa: Montse Serrano (91 506 18 28)